Un estudio dirigido por el Instituto de Investigación Infantil Murdoch (MCRI) y la Universidad de Melbourne, en Australia, demuestra que la exposición a niveles más elevados de contaminación del aire durante la infancia está relacionada con mayores probabilidades de desarrollar una alergia al cacahuete y de que la alergia persistiera durante los primeros 10 años de vida.
Las políticas destinadas a abordar la mala calidad del aire podrían reducir notablemente la prevalencia y la persistencia de las alergias al cacahuete, en cambio, no se observó la misma asociación con la alergia al huevo o el eczema, según afirma la misma investigación, publicada en la revista Journal of Allergy and Clinical Immunology.
En la investigación participaron 5.276 niños de Melbourne del estudio HealthNuts, reclutados al año de edad y seguidos a los cuatro, seis y diez años.
El equipo de investigación utilizó estimaciones de la concentración media anual de partículas finas (PM 2,5) y dióxido de nitrógeno (NO 2) en la dirección residencial de cada participante en el momento de cada seguimiento.
La profesora adjunta del MCRI, Rachel Peters, ha destacado que el estudio concluye que los niveles más elevados de contaminación del aire son un factor de riesgo para el desarrollo y la persistencia de las alergias al maní, y esto a pesar de que Melbourne tiene una calidad del aire generalmente buena en comparación con nuestros homólogos internacionales. En este sentido, la experta ha explicado que "el aumento de la prevalencia de las alergias se ha producido en un momento similar al aumento de la urbanización, lo que lleva a creer que los factores ambientales pueden estar contribuyendo a las altas tasas de alergias".
Además, ha asegurado que "este es el primer estudio que utiliza una prueba de provocación alimentaria oral, el método de referencia para el diagnóstico de alergias alimentarias, para investigar la relación entre la alergia alimentaria y la contaminación del aire".
Por su parte, el doctor de la Universidad de Melbourne, Diego López, ha aclarado que "los contaminantes del aire tienen un efecto irritante e inflamatorio que puede estimular la respuesta proalérgica del sistema inmunológico, desencadenando potencialmente el desarrollo de alergias alimentarias", aunque no obstante, ha asegurado que es "necesario explorar más a fondo los mecanismos subyacentes de cómo la contaminación del aire aumenta el riesgo de alergia al maní y por qué el eczema y la alergia al huevo no se ven afectados de la misma manera".
La investigación destaca la importancia de las intervenciones en los primeros años de vida destinadas a reducir la exposición a la contaminación del aire, lo que podría prevenir las alergias al maní y otros problemas de salud infantil.
El estudio GenV hace un seguimiento de la salud y el bienestar de los habitantes de Victoria desde su nacimiento hasta la vejez, y también está empezando a analizar el impacto de la contaminación del aire y el cambio climático en la salud infantil. Esta investigación ha recopilado datos de más de 120.000 participantes, incluidos 48.000 bebés.
Los investigadores del MCRI están vinculando información sobre la vulnerabilidad al calor con datos de salud perinatal e infantil de la cohorte GenV y buscan incluir temperaturas extremas y evidencia de desastres relacionados con el clima en el futuro.