La leche de burra se ha convertido en una alternativa eficaz para los niños que padecen alergia a la Proteína de Leche de Vaca (APLV), una de las alergias alimentarias más frecuentes en la infancia, que afecta entre el 2 % al 7 % de los niños hasta los 2 años.
Esta alergia provoca una respuesta inmune anormal al consumir determinadas proteínas (fundamentalmente caseínas, de las que hay muchos tipos) presentes en la leche de vaca, lo que puede llevar a síntomas clínicos como erupciones cutáneas, problemas gastrointestinales, alteraciones en el crecimiento y, en casos graves, anafilaxis.
Así las cosas, las guías Diagnosis and Rationale for Action against Cow’s Milk Allergy (DRACMA) han reconocido la leche de burra como una alternativa potencialmente segura para los niños con APLV, remarcando que debe ser adicionada de materias grasas, por ejemplo, aceites vegetales como el de canola u oliva (1 %), para alcanzar el contenido necesario para la alimentación de niños menores de un año.
Esta leche es rica en diversas proteínas protectoras (α-lactalbúmina, lisozima, lactoferrina, lactoperoxidasa e inmunoglobulinas) y presenta una fuerte actividad antioxidante, antibacteriana, antiviral, antifúngica, hipoglucémica, antiparasitaria y antitumoral; y además, es considerada un alimento funcional para niños y adultos.
Por ejemplo, en Serbia y China, se utiliza como nutracéutico para adultos mayores, al mismo tiempo que se están desarrollando ensayos clínicos en hospitales públicos en poblaciones adultas con alergias respiratorias.
Equslac es una start-up argentina que nació con 5 burras, dedicada a la producción de leche de burra, y que ahora es cabeza de un ecosistema productivo. Según ha explicado Luis Losinno, co-director de la empresa que actualmente posee una planta industrial del IMITAB-CONICET en el campus de la Universidad Nacional de Villa María, “el proyecto se inició en la Universidad Nacional de Río Cuarto por el 2017, tras regresar de un viaje de China dos años antes; donde puede apreciar las cualidades de esta leche, la cual tiene una capacidad enorme antioxidante y antibacteriana y es mucho más lactosa que la leche de vaca; y de todas las leches, es la más parecida a la materna, en un 98 %”
Losinno ha comentado que uno de los principales usos de la leche de burra en el mundo es para la cosmética humana, debido a sus propiedades específicas y antioxidantes.
Este profesional pone énfasis también en el bienestar de los animales, ya que se trata de un modelo productivo agropastoril, sin agroquímicos, sin estrés (porque se las ordeña una sola vez por día, a pesar de que podrían ordeñarse más de una vez), y dejan que los burritos mamen de sus madres libremente a campo el resto del tiempo.
La leche de burra contiene menos caseína y otras proteínas que suelen causar reacciones alérgicas en los niños con alergia a la proteína de la leche de vaca (APLV), lo que la convierte en una alternativa segura para la mayoría de los niños con esta condición; ademas es rica en nutrientes esenciales como vitaminas (A, D, E), minerales (calcio, magnesio), y ácidos grasos esenciales (omega-3 y omega-6), apoyando el crecimiento y desarrollo saludable de los niños, y eso sin hablar de un alto contenido de lactosa semejante al de la leche humana, y mayor al de la leche de rumiantes.
Desde Equslac destacan que es la leche animal más parecida a la leche materna humana, lo que la convierte en una excelente opción para complementar la dieta infantil, especialmente en niños que no pueden consumir leche de vaca.
Un informe elaborado por Losinno y Pietrani señala que, a lo largo de los últimos años, numerosos estudios clínicos han evaluado la seguridad y la eficacia de la leche de burra como una alternativa en la dieta de bebés y niños con APLV, demostrando que un alto porcentaje de niños alérgicos a la leche de vaca pueden tolerar adecuadamente la leche de burra sin manifestar síntomas adversos. Además, los ensayos han profundizado en los beneficios nutricionales de este alimento, destacando su potencial para satisfacer las necesidades dietéticas de los lactantes sin comprometer su crecimiento y desarrollo.
Los estudios analizados por ambos veterinarios expresan que entre el 82 % y el 100 % de los niños con APLV pudieron consumir leche de burra sin presentar reacciones alérgicas significativas. Además, destacan que la composición nutricional de esta leche es baja en grasa, rica en lactosa y tiene un perfil proteico y mineral más cercano a la leche humana que a la de vaca.
Su bajo contenido en grasa y proteínas la hace adecuada para ser complementada en la dieta infantil con aceites vegetales para alcanzar los niveles calóricos adecuados; y también destaca por tener propiedades funcionales y bioactivas, que mejoran las respuestas inmunológicas de los niños y personas mayores, y que, desde el punto de vista pediátrico aportan al crecimiento y desarrollo adecuado en niños.