Este año se prevé que, con motivo de las temperaturas altas que se han registrado durante el invierno y la gran cantidad de precipitaciones que ha habido en el mes de marzo, el polen se mantenga más tiempo en el ambiente, lo que puede provocar que los síntomas de la alergia sean más persistentes, agravadas ademas por otras circunstancias como el cambio climático.
Según la SEAIC, se prevé que más de un tercio de la población mundial desarrolle alergia respiratoria, con los pólenes como una de las sensibilizaciones más comunes. En este sentido, Darío Antolín, vicepresidente y miembro del Grupo de Trabajo de Alergia sobre Medio Ambiente de la SEAIC, ha explicado que el cambio climático y la contaminación están agravando los síntomas de las personas alérgicas.
De esta manera, el experto ha explicado que el aumento de las temperaturas y la contaminación por dióxido de nitrógeno (NO₂) y partículas en suspensión (PM2.5) «alteran la barrera protectora de la mucosa nasal y ocular, facilitando la penetración del polen y otros aeroalérgenos». Además, los fenómenos meteorológicos extremos, como sequías, tormentas eléctricas y vientos fuertes, favorecen la dispersión de polen y esporas de hongos, lo que incrementa el riesgo de crisis asmáticas graves, de manera que según Antolín, «el cambio climático está alargando las temporadas de polinización y aumentando la producción de alérgenos en los granos de polen, lo que agrava los síntomas de los pacientes y favorece la aparición de nuevas alergias».
En este contexto, el cambio climático se puede considerar ya como un factor relevante en la alergías, debido a que la contaminación y el cambio climático están generando cambios significativos tanto en el interior del cuerpo, afectando el metabolismo y la manera en que se procesan los alérgenos, como en el entorno exterior, lo cual favorece que una persona que no era alérgica desarrolle alergias o tenga una mayor probabilidad de hacerlo.
Además, aquellos que ya padecen alergias experimentan una mayor carga patológica y desarrollan más enfermedades asociadas.
Así las cosas, un proyecto global que involucra a la OMS, a la Sociedad Mundial de Alergia y a otras organizaciones trabaja sobre el concepto One Health o "Salud Única", que defiende que la salud humana está íntimamente vinculada con la salud del planeta, la salud animal, la salud vegetal y la de todos los ecosistemas, de manera que si no logramos alcanzar un equilibrio y potenciar la salud a nivel global, el ser humano no podrá mantener su bienestar de forma sostenible.
Con el aumento y la complejidad de las alergias, el papel del alergólogo es clave, teniendo en cuenta que el paciente alérgico de hoy es mucho más complejo y suele presentar múltiples sensibilizaciones, lo que requiere un abordaje especializado. Con todo, la especialidad de alergología no se centra en un solo órgano, sino que aborda la enfermedad de forma integral.
En este contexto, los expertos han advertido de que en algunas zonas, la dotación de alergólogos es suficiente, como ocurre en Madrid, aunque de manera desigual entre los distintos hospitales. Sin embargo, en otras regiones la falta de especialistas es notable, y un ejemplo de ello es la reciente incorporación del primer servicio de Alergología en la sanidad pública de las Islas Baleares, que lleva apenas uno o dos años en funcionamiento.
Hasta entonces, los pacientes alérgicos de esta comunidad no contaban con un especialista en el sistema público de salud, algo difícil de entender, dado que las alergias afectan a múltiples sistemas del organismo, incluyendo el respiratorio, digestivo, cutáneo y alimentario.
Por estos motivos, los expertos consideran que es fundamental equilibrar la distribución de alergólogos, ya que dentro de una misma Comunidad Autónoma pueden existir hospitales bien dotados y otros con recursos insuficientes para atender la creciente demanda de pacientes alérgicos.