Cuando Yaiza Resines tenía 13 años, su cuerpo empezó a lanzarle señales que nadie supo interpretar: infecciones de orina cada mes, dolor de vejiga constante, párpados hinchados, labios inflamados, urticarias en todo el cuerpo... de manera que cada menstruación se convertia en un horror.
Durante diez años, los médicos trataron sus síntomas sin entender qué ocurría realmente, hasta que dieron con un diagnóstico muy poco común y realmente impactante: alergia a la progesterona.
De esta manera, Yaiza explica que “cada vez que me bajaba la regla tenía fiebre, se me hinchaban los ojos y los genitales, tenía que ir al hospital a pincharme”, y para solucionarlo, a sus 23 años ha tenido que enfrentarse a un tratamiento que muchas mujeres no viven hasta los 50: una menopausia inducida farmacológicamente.
Así las cosas, la jóven ha explicado en una entrevista en el programa de television Y ahora Sonsoles que “estoy en situación basal de hormonas. Como si estuviera menopáusica, pero con 23 años”.
La progesterona es una hormona fundamental del ciclo menstrual, pero para Yaiza se ha convertido en toda una amenaza. Su sistema inmunológico reacciona contra ella como si se tratase de un alérgeno externo, dando como resultado una sucesión de síntomas físicos y dermatológicos que le impiden llevar una vida normal.
De esta manera, cada ciclo agrava la situación, con dolores punzantes en la vejiga, espasmos musculares, inflamaciones y picores por todo el cuerpo... y el simple hecho de hacer ejercicio o exponerse al frío, puede desatar una reacción. Incluso corre riesgo de sufrir un shock anafiláctico.
Yaiza ha confesado que “me levanto cada 15 minutos por la noche para ir al baño. No descanso. Me duele todo el tiempo”, para añadir que se somete a un tratamiento que busca llevar su cuerpo a un estado sin progesterona para intentar desensibilizarla poco a poco.
Lejos de ser una solución definitiva, la menopausia inducida es un paso previo para un objetivo más ambicioso: intentar desensibilizarla a su propia hormona.
“Para poder empezar la desensibilización, primero tengo que estar en estado basal, sin progesterona circulando. Por eso me han inducido la menopausia con pastillas”, ha explicado.
La decisión fue tomada por su equipo médico y confirmada como válida por la ginecóloga Alexandra Henríquez en el mismo programa. El tratamiento le ha provocado efectos secundarios duros, tales como sofocos, irritabilidad, insomnio y dolor de cabeza, síntomas propios de la madurez, en una joven de poco más de veinte años.
Con todo, la gran incógnita sigue sin resolverse, y no es otra que si podrá tener hijos algún día, una pregunta a la que ella responde sincerandose: “la menopausia es reversible, y la idea es que pueda hacer mi vida normal en algún momento. Pero al ser hipersensible a mi propia progesterona… es una pregunta que todavía no tiene respuesta”.
Yaiza no reclama lástima, sino simplemente comprensión, y que se hable de su problema, porque aunque su caso sea excepcional, la invisibilidad médica y el dolor sin nombre son mucho más comunes de lo que parece.