Un nuevo estudio sugiere que el consumo de mantequilla de cacahuete en edades tempranas durante la infancia ayuda da reducir el riesgo de que se desarrolle alergia alimentaria a este fruto seco años después, de manera que su ingesta desde los cuatro meses de edad se ha asociado a una reducción del 71 % de la tasa de esta alergia entre los adolescentes de Reino Unido.
La alergia al cacahuete suele ser una de las que más temprano se desarrolla, generalmente entre los seis y los doce meses de vida, por lo que su prevención ha de hacerse antes de este tiempo.
Se trata de un fenómeno llamado inducción de tolerancia oral, un tratamiento de desensibilización que consiste en administrar pequeñas cantidades del alimento al que el paciente es alérgico hasta lograr un nivel de tolerancia adecuado para la edad del niño.
Hasta el 2008, la Academia Estadounidense de Pediatría había recomendado retrasar la introducción de alimentos altamente alérgicos, pero se ha demostrado que esto no previene el surgimiento de la enfermedad, de hecho, sucede todo lo contrario.
En Estados Unidos, aproximadamente el 2 % de los niños presentan esta afección, lo cual resulta especialmente peligroso al estar presente en gran cantidad de alimentos.
El estudio se llevó a cabo con datos de niños de Reino Unido que participaron cuando eran bebés, dando como resultado que la implementación de esta estrategia podría prevenir decenas de miles de casos de alergia al cacahuete entre los más de 3 millones de niños que nacen al año en Estados Unidos, algo que podría extenderse también a otros países de todo el mundo.
Por ello, los expertos afirman de la importancia de la introducción de alimentos como el cacahuete en niños con bajo riesgo de desarrollar alergias puede comenzar a hacerse desde los 4 a los 6 meses, siempre bajo la supervisión de un pediatra, si bien, los niños con eccema grave o alergia al huevo deben consultar a un alergólogo antes de la introducción temprana.
La introducción de este fruto seco en menores tan pequeños ha de hacerse con texturas muy finas, similares a la leche materna o de fórmula, con el objetivo de evitar riesgos de asfixia.
Por ejemplo, se puede utilizar mantequilla de cacahuete mezclada con purés o cremas, en dosis recomendadas del tamaño de un guisante, para ir duplicando la dosis diariamente hasta llegar a la porción apropiada para la edad, de al menos dos cucharaditas.