Los efectos típicos de las alergias estacionales pasan por estornudos, ojos irritados o congestión nasal. Pero estos síntomas clásicos pueden ser solo la punta del iceberg, de manera que existen otras manifestaciones menos obvias que suelen confundirse con infecciones o condiciones no relacionadas, lo que retrasa un diagnóstico adecuado.
Uno de los síntomas atípicos más comunes cuando se padece alergia es la sensación de oídos tapados sin razón aparente. Esto ocurre porque el oído, la nariz y la garganta están conectados a través de una misma vía, y la congestión nasal puede extender sus efectos.
Según ha explicado la doctora Purvi Parikh, del NYU Langone Health, “la gente tiene ideas preconcebidas sobre lo que son las alergias, pero hay muchas manifestaciones más allá de los ojos llorosos o los estornudos. A menudo imitan infecciones, y muchos creen estar enfermos cuando en realidad se trata de una reacción alérgica”. De esta manera, según Parikh, una vez iniciado el tratamiento adecuado, “la molestia auditiva desaparece”.
Otro fenómeno frecuente, sobre todo en niños, son los ruidos involuntarios como gruñidos, carraspeos o resoplidos, causados por el goteo posnasal. Según la doctora Cindy Salm Bauer, del Phoenix Children’s Hospital, estos sonidos persistentes pueden parecerse a tics nerviosos, pero suelen mejorar significativamente al tratar las alergias.
Los sangrados en la nariz, en especial en niños, son una respuesta frecuente al esfuerzo excesivo al sonarse o rascarse, y Bauer advierte que muchos utilizan sprays nasales de manera incorrecta, lo cual agrava la irritación. En este caso, la recomendación médica es apuntar el aerosol hacia el costado de la nariz, no hacia el centro.
Otra manifestación visible es la aparición de un pliegue horizontal en la nariz, conocido como “saludo alérgico”, causado por frotarse repetidamente. En algunos casos, puede adquirir formas peculiares, según los movimientos del paciente. Según detalla el doctor Jeffrey Chambliss, del UT Southwestern Medical Center, la piel también puede ser un campo de batalla para quienes sufren de alergias. En este sentido, según Parikh, las erupciones más comunes son urticaria (ronchas rojas y elevadas) y eccema (piel seca e inflamada), que en ambos casos responden a antihistamínicos o cremas con hidrocortisona, aunque es recomendable consultar a un especialista si no hay mejoría.
Por su parte, el síndrome de alergia oral, también denominado síndrome de alergia cruzada, se presenta cuando el organismo confunde ciertas frutas o verduras con los pólenes a los que ya es sensible. Un ejemplo frecuente ocurre en personas alérgicas al polen del abedul, que experimentan picazón en la boca al consumir manzanas o pepinos.
Por otro lado, el impacto en la calidad del sueño es otro síntoma subestimado, sobre el que la doctora Karen Kaufman ha señalado que muchos pacientes llegan a su consulta sin saber que su fatiga crónica se debe a congestión nocturna, ronquidos o respiración bucal. Esta alteración del descanso repercute en la concentración, el estado de ánimo e incluso en el comportamiento de los niños.
Los círculos oscuros bajo los ojos, similares a un moretón, también están relacionados con la congestión nasal alérgica, una inflamación que dificulta el drenaje adecuado de sangre en esa zona, generando una coloración azulada que mejora al aliviarse los síntomas generales.
Finalmente, uno de los signos más ignorados es el mal aliento persistente, provocado por la mucosidad acumulada en la parte posterior de la garganta, que sumada a la respiración bucal, crea un ambiente ideal para bacterias causantes del mal olor. A pesar de que no está vinculado con la higiene bucal, muchas personas no relacionan este síntoma con una alergia.
Identificar todas estas señales atípicas es clave para evitar tratamientos erróneos o innecesarios. Frente a síntomas persistentes o extraños, los especialistas recomiendan consultar a un alergólogo para determinar la causa real y establecer un tratamiento eficaz.