Pasadas décadas sin haber sufrido jamás alergias estacionales, un adulto se puede encontrar estornudando y moqueando cuando llega la primavera... y es que aunque la gente tiende a pensar que las alergias son cosa de la infancia, es relaticamente frecuente desarrollar nuevas alergias, sobre todo entre los veintitantos y los cuarentaitantos años.
La mayoría de las personas con alergias estacionales presentan estornudos, picor de ojos o congestión nasal, aunque también pueden ir acompañados de fatiga, dolor de cabeza o presión en los senos paranasales, unos síntomas que, si nunca has tenido alergia, bien se pueden confundir con los del resfriado.
Así las cosas, cuando un adulto desarrolla una alergia al polen, experimentará síntomas como picor en la boca después de comer ciertas frutas y verduras crudas,. Según ha explicado Andrew Rorie, profesor adjunto de la División de Alergia e Inmunología del Centro Médico de la Universidad de Nebraska, esto se debe a que "el sistema inmunitario a veces confunde las proteínas de las plantas con las proteínas del polen".
Las alergias estacionales son reacciones a elementos ambientales como el polen o las esporas de moho que tienden a arremolinarse en el aire en determinadas épocas, como en primavera, cuando polinizan las plantas; de manera que cuando eres alérgico a algo como el polen, el sistema inmunitario lo percibe como una amenaza y desencadena una reacción en cadena en el punto de exposición.
Los anticuerpos de la nariz o los pulmones estimulan la liberación de sustancias químicas como la histamina, que puede provocar estornudos, goteo nasal o congestión.
Los científicos no saben exactamente por qué se puede desarrollar una nueva alergia o sus síntomas sin haberlo tenido antes, pero puede haber varias causas potenciales. Por un lado, el cambio climático está haciendo que la temporada de alergias empiece antes y dure más, lo que hace que la gente sea más propensa a desarrollar síntomas. Además, algunas infecciones como los resfriados, podrían comprometer las membranas mucosas protectoras, lo que a su vez podría debilitar la capacidad del organismo para evitar que los alérgenos activen el sistema inmunitario.
Por otro lado, el lugar en el que vives y el tiempo que llevas viviendo allí también pueden ser importantes, de manera que para algunas personas, mudarse a un nuevo lugar puede suponer un alivio, si en ese sitio ya no están expuestas a los alérgenos que solían desencadenar sus síntomas. Sin emnargo, para otros, la mudanza puede introducir nuevos problemas.
En este sentido, Caroline Sokol, investigadora principal del Centro de Inmunología y Enfermedades Inflamatorias del Hospital General de Massachusetts, ha aclarado que algunos pacientes pueden ver desaparecer inicialmente sus síntomas estacionales, normalmente durante unos tres a cinco años, para ver como “más adelante, de repente, las alergias vuelven con toda su fuerza”.
Además, vivir en el mismo lugar durante mucho tiempo también puede influir, ya que la exposición prolongada a sustancias irritantes como el polen puede aumentar el riesgo de alergias, debido a que el organismo crea gradualmente una respuesta inmunitaria a una sustancia con la que se encuentra continuamente.