Es frecuente que durante grandes celebraciones como la Navidad u otras reuniones familiares se incremente el consumo de frutos secos y mariscos, principalmente de crustáceos como gambas, langostinos, etc... con lo que se favorece el aumento de los casos de alergias alimentarias.
La ingesta de frutos secos y mariscos -también muy típicos de la Navidad- es una de las principales causas de la alergia alimentaria tanto en niños como en adultos. De hecho en niños se manifiesta con mayor frecuencia, después de la alergia al huevo y la leche.
Los síntomas que con mayor frecuencia suele producir una alergia a alimentos suelen ser: prurito, es decir, picor en el momento de comer el alimento; hinchazón de lengua o labios, urticaria, incluso la aparición de cuadros anafilácticos o de shock anafiláctico, los cuales son de alta peligrosidad y pueden provocar una parada cardiorrespiratoria en poco tiempo.
En zonas donde la principal causa de alergia respiratoria es la alergia a ácaros, existe un porcentaje destacable de pacientes que desarrollan también alergia a mariscos, básicamente a crustáceos. Esto se debe a que existe reactividad cruzada entre ácaros y crustáceos que provoca que el alérgico a uno de ellos, pueda llegar a ser también al otro.
Otro tipo de alergia respiratoria también puede terminar en alergia a frutos secos, en este caso, la alergia al polen. Esto se debe al mismo motivo que en el caso anterior, reactividad cruzada; una alergia respiratoria a pólenes puede desembocar en alergia a frutos secos.
En esta línea, los especialistas en Alergología recomiendan, siguiendo los consejos de la Asociación Española de Pediatría, que los niños menores de cinco años no coman frutos secos enteros, no por el riesgo de alergia, sino por el riesgo de asfixia por atragantamiento. Ante cualquier tipo de alergia el consejo que ofrecen todos los especialistas es acudir a un experto adecuado para que estudie y le proporcionen el tratamiento más eficaz en su caso.