Explican los motivos por los que cada vez padecemos más intolerancias alimentarias

Explican los motivos por los que cada vez padecemos más intolerancias alimentarias

Las alergias alimentarias se producen cuando nuestro sistema inmune reacciona de forma exagerada ante ciertas sustancias presentes en los alimentos, y pueden estar influenciadas por diversos factores ambientales y personales, como la genética o la composición de la microbiota.

 

En este sentido, los expertos sostienen que la falta de exposición a ciertos microorganismos en la infancia podría aumentar la probabilidad de desarrollar alergias alimentarias.

En la actualidad, se estima que el 11,4 % de la población española sufre algún tipo de alergia alimentaria, con una incidencia más alta en niños menores de dos años, según los datos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica. Las más comunes en la infancia incluyen la alergia a la proteína de la leche de vaca y el huevo que, a menudo, desaparecen con la edad tras tratamientos de tolerancia oral.

Sin embargo, en los adultos, las frutas, los frutos secos y el marisco son los alérgenos más habituales y tienden a persistir a lo largo del tiempo.

Las reacciones alérgicas a los alimentos pueden dividirse en dos fases: en la primera, denominada sensibilización, el sistema inmune genera anticuerpos ante el alérgeno, lo que puede ocurrir incluso durante el embarazo. Estos anticuerpos, conocidos como inmunoglobulina E, se adhieren a las células del sistema inmune, preparándolo para reaccionar ante futuras exposiciones al alérgeno, y cuando se produce una nueva exposición, se inicia la segunda fase, en la que se liberan sustancias como las histaminas, provocando los síntomas característicos de una alergia alimentaria.

Estas alergias incluyen reacciones a alimentos como el pescado, el marisco y ciertos frutos secos, y pueden desencadenar síntomas que van desde un simple picor hasta shocks anafilácticos que requieren de atención médica inmediata.

Por otro lado, están las intolerancias alimentarias que no siguen esta misma ruta inmunológica, como es el caso de la enfermedad celíaca o la intolerancia a la proteína de la leche de vaca, que a menudo presentan síntomas más silenciosos.

El tratamiento más efectivo para las alergias alimentarias es la evitación del contacto con el alérgeno, y en los casos leves, se pueden utilizar antihistamínicos para mitigar los síntomas.

Aunque existen líneas de investigación para encontrar nuevos tratamientos, como las inyecciones de alérgenos, estas terapias aún no han demostrado ser lo suficientemente eficaces como para ser consideradas una solución definitiva.

En cualquier caso, el diagnóstico precoz y los tratamientos de tolerancia en la infancia se presentan como las estrategias más prometedoras para mejorar la calidad de vida de quienes sufren estas patologías.

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