Este año, debido a las altas temperaturas y a la gran cantidad de precipitaciones, el polen permanecerá más tiempo con nosotros, lo que afectará especialmente a los alérgicos. Con todo, según explican desde la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), esta temporada será especialmente complicada para los fumadores.
Esto se debe a que el tabaquismo agrava los síntomas en las personas que sufren algún tipo de alergia, lo que provoca una peor calidad de vida en comparación con las personas alérgicas no fumadoras.
Además, el tabaquismo disminuye la eficacia del tratamiento del asma, y los niños expuestos al humo de tabaco presentan con más frecuencia alergia y asma clínico.
En los próximos 10 años, la Organización Mundial de la Salud (OMS) prevé que más de un tercio de la población tenga este problema y sufra de más alergias respiratorias, al tiempo que han alertado de que si la situación de consumo de tabaco sigue creciendo, hasta el punto de que en 2030 Europa poseerá la tasa más elevada de consumo de tabaco, con una prevalencia ligeramente superior al 23 %.
En este contexto, los expertos afirman que dejar de fumar evitaría el desarrollo y frecuencia de muchas enfermedades alérgicas, como el asma o la rinitis; al tiempo que se ha demostrado que las personas que padecen esta patología presentan síntomas clínicos más graves si están expuestas al humo del tabaco.
Además, no solo es nocivo fumar, sino también estar expuesto, aunque sea involuntariamente, «al humo del tabaco».
Según el Grupo de Trabajo de Tabaquismo de la Sociedad Española de Epidemiología, en los últimos 30 años las defunciones por esta droga legal han aumentado, y en 2018, perdieron la vida 10.000 féminas más a causa del tabaco que en 1990. Todas estas personas saben que el tabaco es malo, pero muchas no consiguen dejar de fumar. Aun así, el 64,2 % de los consumidores se han planteado dejar de fumar, una medida clave para minimizar el impacto negativo del tabaquismo en la salud respiratoria.
