Los satélites pueden vigilar las amenazas para la salud pública y evaluar los riesgos para las personas que viven en zonas específicas. De esta manera, mientras el programa espacial de la UE, Copernicus, se encarga de la observación de la Tierra, centrándose en los datos medioambientales y sus implicaciones, su menos conocido Centro de Salud Copernicus, supervisado por el Centro Europeo de Predicción Meteorológica a Medio Plazo (ECMWF), examina la relación entre el medio ambiente y la salud humana.
De esta manera, se encarga de supervisar sesde las olas de calor hasta la vigilancia de los niveles de polen, existen diversas formas en que la tecnología espacial puede contribuir a la salud pública. Estas son:
- Vigilancia de los rayos UV
La sobreexposición a la radiación UV puede tener múltiples efectos nocivos para la salud humana, principalmente para la piel y los ojos, además de ser la principal causa de cáncer de piel. La Organización Mundial de la Salud (OMS) creó el índice UV, una medida internacional que calcula la fuerza del sol y sus riesgos potenciales. El Servicio de Vigilancia Atmosférica de Copernicus (CAMS) vigila y pronostica este índice basándose en los niveles de ozono estratosférico, la nubosidad y las partículas de aerosol en la atmósfera. Los niveles de radiación UV pueden predecirse con hasta cinco días de antelación. Muchas aplicaciones meteorológicas para teléfonos móviles utilizan estas mediciones, lo que permite a la gente comprobar la intensidad de la radiación en su zona y recibir recomendaciones sobre si es necesaria la crema solar o, en casos extremos, si deben evitar el sol por completo.
- Alertas de mala calidad del aire
La OMS calcula que causa siete millones de muertes al año, 500.000 de ellas prematuras sólo en Europa. Está relacionada con el cáncer de pulmón, las enfermedades cardiovasculares y respiratorias, los accidentes cerebrovasculares y los partos prematuros. Los satélites, combinados con modelos meteorológicos, ayudan a predecir la calidad del aire, y con estos datos, aplicaciones móviles y sitios web como BreezoMeter o Windy pueden proporcionar información en tiempo real sobre los niveles nocivos de calidad del aire en distintas partes del mundo.
- Riesgo de alergias
Del mismo modo, el CAMS vigila los niveles de concentración de polen en el aire y los riesgos que suponen para los alérgicos. Estos datos ayudan a los alérgicos con consejos en tiempo real a las personas sensibles al polen y otras partículas en suspensión en el aire. Cuando se mezclan con contaminantes, la calidad del aire empeora, exacerbando las reacciones alérgicas. Se calcula que la prevalencia de las alergias al polen entre los europeos es del 40 %, lo que lo convierte en uno de los alérgenos más comunes en la región, una cifra que se prevé que aumente a medida que el cambio climático incremente las concentraciones de polen. De esta manera, le CAMS utiliza modelos numéricos y datos de observación para vigilar las concentraciones de polen de las especies más comunes, como el aliso, el abedul, el olivo y la hierba, con una resolución aproximada de 10 kilómetros, proporcionando previsiones con hasta cuatro días de antelación.
- Enfermedades tropicales causadas por mosquitos
Los mosquitos causan más muertes y enfermedades que cualquier otro animal del planeta, y se están convirtiendo en una amenaza cada vez mayor en Europa. El mosquito tigre asiático, el mosquito de la fiebre amarilla y el mosquito doméstico común son tres especies especialmente preocupantes, según el Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades (ECDC). Dado que los cambios en la temperatura y las precipitaciones influyen en la migración de los mosquitos, el Servicio Copernicus recoge datos sobre los cambios ambientales que pueden hacer que los mosquitos encuentren hábitats adecuados en Europa, trayendo potencialmente enfermedades tropicales desde sus regiones de origen.
- Olas de calor peligrosas
Las temperaturas extremas pueden tener graves efectos sobre la salud humana, aumentando los riesgos de insolación, agotamiento y trastornos cardiovasculares y respiratorios. Los agostos de 2023 y 2024 fueron los más calurosos a nivel mundial, según los datos de Copernicus. Las altas temperaturas son cada vez más frecuentes y se prevé que las olas de calor sean más frecuentes, duren más y sean más graves. Los datos recogidos por Copernicus sobre los patrones de calor pueden ayudar a los científicos a entender cómo evolucionará este problema y ayudar a los planificadores urbanos a adaptar las ciudades a los futuros retos climáticos. El Instituto Flamenco de Investigación Tecnológica, utilizando estos datos, estudió las muertes relacionadas con el calor en diferentes escenarios de emisiones. Con sus conclusiones, han desarrollado una aplicación que pueden utilizar los planificadores urbanos y los gobiernos para predecir la intensidad prevista de las olas de calor en todo el continente en un futuro próximo.