Limpiar el suelo lo enfermaba y no por ser una tarea ardua y monótona que requiere esfuerzo, sino porque le provocaba fiebre, dolor de cabeza, cansancio. Tiene 55 años y desde hace 30 se encarga de la limpieza y pulido de los suelos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid. Cada vez que sacaba brillo a estas antiguas baldosas, el hombre se sentía mal y sufría unos síntomas parecidos a los de la gripe. Empezaron poco a poco y, con los años, se fueron agudizando hasta el punto de que cada nueva limpieza le suponía caer en peor estado.
Las primeras veces ni siquiera requerían una consulta clínica; las siguientes, recibieron tratamiento sintomático de sus médicos y, finalmente, ingresó en la UCI del Hospital Río Hortega de Valladolid a las 48 horas de haber pulido el suelo de este histórico edificio.
La insuficiencia respiratoria grave que sufría fue investigada con detenimiento y numerosas pruebas clínicas. Estudios de infecciones, cardiológicos, un TAC, broncoscopia y BAL (lavado broncoalveolar), análisis microbiológicos... toda una batería de técnicas especializadas para poder precisar que este trabajador sufría una grave neumonitis. El hombre padecía una insuficiencia respiratoria aguda que lo ahogaba con problemas cardiacos por fallo ventricular izquierdo que provocó que a los dos días de limpiar el suelo de la Facultad tuviera que acudir a urgencias porque se asfixiaba, con una bajísima tensión y una coloración azul y lívida de la piel y de las mucosas a causa de una oxigenación deficiente de la sangre (cianosis). Además, no respondía a la oxigenoterapia.
El primer sospechoso fue el material de limpieza: fregonas, cubos... pero, sobre todo, el limpiasuelos y el cristalizador con sales y cera especial para suelos amarmolados. Este trabajador, como su compañero más joven que nunca tuvo problemas, utilizaba mascarilla cuando empleaba un producto que resultó tóxico indicado para un trabajo de limpieza profesional. Pero la investigación no avanzaba, y solo cuando el empleado en cuestión se tropezó en los pasillos de la Facultad con la catedrática de Alergología y jefe der servicio de la misma especialidad del Río Hortega, Alicia Armentia, con quien mantuvo una conversación trivial que sirvió para comentar sus problemas médicos, surgió la solución al problema.
El caso es que el suelo de los pasillos y del vestíbulo de la Facultad de Medicina es un paleosuelo con hippurites, un molusco con conchas gruesas de dos capas, que se caracteriza porque genera arrecifes similares a los de los corales, se desarrollan desde el Jurásico superior y se extinguieron en el Cretácico. Se trata pues de un suelo fósil, con caracolas capaces todavía de provocar alergia al respirar el polvillo volátil que se provoca al pulir el suelo.
Extinguido el molusco; pero fosilizadas las conchas del caracol, seconvierte en un alergeno potente para algunas personas a las que les ocasiona «una fuerte reacción inmunoinflamatoria como consecuencia de la presencia de precipitinas circulantes frente a los antígenos causales de la enfermedad, en los pacientes que previamente habían sido sensibilizados», explica la doctora Armentia.
El caso es que estel trabajador de la limpieza es hipersensible a este caraco y padece una fuerte alergia capaz de provocarle una grave insuficiencia respiratoria por una neumonitis. «Estas baldosas son de suelo calizo fósil procedente del País Vasco, con conchas, llamado 'Rojo de Marquina' y es frecuente en muchísimos edificios. Tomamos una muestra e hicimos pruebas con el suelo el doctor Gayoso y yo y los inmunólogos del País Vasco estudiaron si quedaban restos de proteína con millones de años en el suelo capaces de provocar esta alergia y fue positivo».
El trabajador empleaba cuidadosamente mascarilla al echar el producto de limpieza y sacarle el brillo, pero no podía sospechar que era el trabajo previo, el de pulir el suelo sin ninguna protección respiratoria el que le dañaba.
Descubierto el culpable y tratado el paciente, tras un tiempo de baja laboral mejoró y se curó; aunque ya solo puede pulir con buenas mascarillas. Además, había habido antecedentyes... y es qu el hombre había sufrido una hiperreacción con un cuadro de anafilaxia al comer bígaros (caracolillos de mar) dos años antes de este ingreso. Después, poco a poco, se había ido haciendo cada vez más sensible a lo largo de los años.