Un macroestudio del Comité Olímpico Internacional (COI) ha concluido que el 21 % de los deportistas sufre asma, un porcentaje muy elevado que aumenta si se aíslan los deportistas de resistencia (25 %), que se multiplica entre los nadadores hasta llegar al 39 %, y alcanza máximos entre los esquiadores de países nórdicos, con un 79 %.
Los síntomas del asma tales como dificultad respiratoria, opresión en el pecho, tos, parecen claramente contrarios al ejercicio, y más si se trata de la competición, sin embargo, cada vez hay más campeones que lo sufren.
Años atrás, el incrfemento de deportistas diagnosticados por asma fue considerado como una puerta abierta al dopaje; sin embargo, hoy no ocurre así.
El asma inducido por el ejercicio se estudia desde Maimónides, en el siglo XII, aunque cada vez hay más casos debido a varios factores, tales como que se ha perfeccionado el diagnóstico, que se han disparado las alergias por la contaminación, que ha aumentado el número de deportistas de élite, o que ha crecido la intensidad de las competiciones.
Se trata pues de una tecnopatía, es decir, una patología del profesional, según la cual el sistema respiratorio se queja del esfuerzo continuado al que es sometido. Lo peor de todo es que no hay manera de evitarlo. Por ejemplo, la mayoría de ciclistas ya saben que van a tener hiperactividad bronquial, que no quiere decir asma, aunque se manifiesta igual.
Por la naturaleza de sus especialidades, los deportistas de resistencia son quienes padecen más problemas respiratorios. Así las cosas, el motivo por el que se producen más casos entre los nadadores y, sobre todo, entre los esquiadores pasa por el aire, de manera que los pulmones de los nadadores sufren por culpa del cloro, que limpia el agua y contamina el ambiente, lo mismo que les pasa a los jugadores de hockey hielo con los gases que mantienen la pista.
Por otra parte, los pulmones de los esquiadores simplemente padecen por el frío; al tiempo que los ambientes secos perjudican en exceso las vías respiratorias y hay pocas cosas que puedan hacer. De esta manera, aunque algunos utilizan mascarillas humidificadoras, es complicado hacerlo en cada entrenamiento.
Lo mismo, aunque en menor medida, les ocurre a corredores, ciclistas y triatletas que viven en países con climas muy fríos o muy secos.
Antes, la mayoría de casos no se detectaban porque no había pruebas de laboratorio suficientemente exigentes para los deportistas de élite, ahora eso ya no pasa.
En la actualidad se suceden numerosos casos de grandes deportistas asmáticos, y la mayoría de profesionales sólo piensa en cómo seguir adelante. La clave de esto está en los tratamientos para aliviar los efectos del asma inducida por el ejercicio, que están bastante desarrollados, habiendo aparecido incluso en los últinmo años diferentes alternativas a la farmacología.
Existe la evidencia de que mantener los niveles altos de omega-3 o vitamina C ayuda e incluso que la cafeína podría ser beneficiosa.