Algunas personas presentan síntomas que recuerdan a los de la alergia cuando toman bebidas alcohólicas, pero en realidad, las alergias al alcohol son raras, y los casos documentados consisten principalmente en erupciones cutáneas. Con todo, algunos síntomas como sibilancias, dolores de cabeza y enrojecimiento de la piel imitan a las alergias.
En la mayoría de los casos, estas reacciones se atribuyen a que el alcohol exacerba enfermedades subyacentes como el asma, la urticaria y la rinitis, debido a que dilata los vasos sanguíneos, lo que prepara el terreno para un sinfín de respuestas corporales.
De esta manetra, el término “intolerancia al alcohol” resulta clave para descifrar estas reacciones... y es que a diferencia de las alergias, en las que interviene el sistema inmunitario, las intolerancias surgen cuando el organismo carece de las enzimas necesarias para digerir y eliminar el alcohol. La consecuencia son algunos síntomas inusuales que pueden hacer que uno se cuestione si la bebida que tiene entre manos es una fuente de disfrute o más bien de angustia.
El vino tinto ocupa la primera posición como desencadenante de reacciones físicas, seguido del whisky, la cerveza y otros vinos. Sin embargo, los sospechosos habituales no son las moléculas de alcohol, sino unas enigmáticas sustancias químicas conocidas como congéneres, que son los responsables del cuerpo, el aroma y el sabor de una bebida alcohólica, y que desempeñan un papel sutil, pero significativo por las reacciones que produce.
Una de estas sustancias es la histamina, cuyo nombre es familiar para los alérgicos, ya que está presente en abundancia, sobre todo en los vinos tintos, y puede dar origen a dolores de cabeza, sofocos, síntomas nasales, alteraciones intestinales o incluso asma.
De esta manera, las personas intolerantes a la histamina pueden padecer estos síntomas porque su organismo es incapaz de descomponer y eliminar ese compuesto.
Aunque las alergias a la levadura no son del todo desconocidas, algunos estudios arrojan luz sobre los bajos niveles de alérgenos de levadura en las bebidas alcohólicas, aunque las auténticas reacciones alérgicas derivadas de las levaduras son poco frecuentes, lo que descarta cualquier sospecha de que este organismo microscópico sea la causa principal.
Por otra parte, el dióxido de azufre, común en cervezas y vinos caseros, en forma de metabisulfito de sodio, es otro posible culpable, ya que aproximadamente uno de cada diez asmáticos puede presentar sibilancias en respuesta a los sulfitos, siendo las erupciones cutáneas y las reacciones anafilácticas la excepción más que la regla.
Los sulfitos son uno de los 14 alérgenos que deben figurar en negrita en todos los alimentos preparados y restaurantes según la normativa europea; y en el ámbito de los aditivos, sustancias como la tartrazina y el benzoato sódico surgen como posibles desencadenantes de la urticaria y el asma.
Al examinar los componentes de nuestras bebidas favoritas, es importante que las personas sensibles identifiquen si están presentes estos aditivos. La esencia misma de las bebidas alcohólicas reside en las plantas de las que proceden, ya sean uvas, manzanas, bayas de enebro, cocos, naranjas, lúpulo o malta; y aunque en teoría estos alérgenos de origen vegetal pueden desencadenar reacciones alérgicas reales, la mayoría se destruyen durante el procesado.
Lo mejor que pueden hacer quienes se enfrentan a estas enigmáticas reacciones al consumir bebidas alcohólicas es evitarlas, y llevar un registro meticuloso del tipo de bebida, los consumibles que la acompañan y las actividades físicas que desarrollaron durante el episodio, algo que puede ayudar a identificar los desencadenantes.
Comprender de manera exhaustiva las reacciones que nos provocan los congéneres, las histaminas, las levaduras, los sulfitos, los aditivos y los alérgenos de origen vegetal de las bebidas alcohólicas permitirá desvelar los misterios que se esconden tras la intrincada danza entre nuestros cuerpos y las bebidas que saboreamos.