Ni galletas, ni vino, ni cerveza, ni legumbres de bote, ni yogur, ni salchichas, ni langostinos, ni verduras en conserva… se trata de productos muy dispares que un alérgico a los sulfitos no puede ingerir. Es decir aquellas sustancias derivadas del azufre, que pueden contener decenas de alimentos y bebidas que se pueden encontrar en el mercado.
Los sulfitos son empleados ampliamente por la industria en incontables productos para mantener el color de los alimentos, prolongar su conservación y/o evitar el crecimiento de bacterias.
Para comprobar su presencia en la cesta de la compra, simplemente habrá que buscar en la lista de ingredientes los números que van del E220 al E228.
Para la población general, estos componentes no implican ningún riesgo, sin embargo, en las personas que sufren esta intolerancia bastante desconocida, ponen en serio riesgo su salud, condicionan su vida, truncan sus relaciones sociales en torno a una mesa y afectan en algo tan sencillo como ir a hacer la compra.
Se desconoce el número de personas que sufren esta intolerancia, aunque se pueden encontrar en las redes sociales algunos grupos como Alérgic@s a los sulfitos, donde más de un centenar de personas se dan consejos para sobrevivir a este problema que, en realidad es una intolerancia, y no una alergia.
Según cuenta el diario digitalde bienestar Alimente+, a de pesar de que no se conoce el dato exacto, los más propensos a desarrollarla son los pacientes asmáticos.
Entre los síntomas de esta intolerancia destacan el enrojecimiento o sensación de calor faciales, síntomas respiratorios en forma de congestión nasal, estornudos y crisis de asma. Además, se han descrito también algunos síntomas digestivos como dolor abdominal, náuseas, vómitos o diarrea; y en ocasiones, también puede haber síntomas más inespecíficos como dolor de cabeza, mareos, cambios de la temperatura corporal, alteración de la frecuencia cardiaca, si bien no se puede discernir muy bien si estos síntomas son debidos a un efecto directo de una intolerancia real a los sulfitos o a una reacción psicógena del individuo.
Aunque en raros casos se ha notificado reacción de tipo anafiláctico, en ningún caso una intolerancia a sulfitos va a entrañar una reacción grave ni provocar el fallecimiento del individuo con intolerancia. En este sentido, María José Goikoetxea, especialista del departamento de Alergología e Inmunología Clínica de la Clínica Universidad de Navarra (CUN), ha explicado que “una crisis de asma severa puede ser fatal, desencadenada o no por los sulfitos. Un mal control del asma bronquial puede desencadenar una crisis de asma, por lo que es esencial un control adecuado del mismo por parte de su médico y el empleo del tratamiento de mantenimiento diario en caso de tenerlo prescrito. Además, un paciente con asma que presente tos, sensación de falta de aire u opresión torácica más de 2 veces por semana o que precise inhalador de rescate más de 2 veces por semana o tenga síntomas bronquiales que despierten por la noche o cualquier limitación de su actividad por síntomas bronquiales debe consultar con su médico lo antes posible”.
La alergóloga de la CUN ha señalado además que “no se conoce realmente el mecanismo que produce las reacciones adversas a sulfitos, pero parece que no está sujeta a un mecanismo de alergia, tal y como se conoce la alergia alimentaria en la que el anticuerpo IgE tiene un papel fundamental”. al tiempo que ha explicado que para diagnosticar esta intolerancia se realiza una prueba de exposición, “consistente en beber un preparado líquido ácido (habitualmente zumo de limón) de metabisulfito en cantidades crecientes monitorizando la función pulmonar, nasal y los síntomas subjetivos y clínica del paciente, de forma controlada en un servicio médico con posibilidad de tratar una reacción”.