Acaban de descubrirse nuevas evidencias que vinculan las alergias alimentarias y la artritis reumatoide. Una nueva evidencia en este sentido sugiere que puede ser el momento de considerar una dieta de la artritis reumatoide.
La mayoría de los estudios se han centrado en anticuerpos (proteínas que atacan y destruyen las sustancias extrañas) en la sangre, pero los anticuerpos relacionados con los alimentos pueden aparecer en el intestino – en lugar de la sangre – de las personas con artritis reumatoide, y es justo donde se centran los estudios actuales.
En tubos de ensayo, se ha encontrado que el fluido intestinal de las personas con esta enfermedad que tenía niveles más altos de anticuerpos frente a las proteínas de leche de vaca, cereales, huevos de gallina, bacalao y carne de cerdo que la de las personas sin AR.
El intestino es el primer sitio de la exposición a la alimentación, y el sistema inmune en el intestino es el primero en reconocer los alérgenos potenciales. Las alergias alimentarias se producen cuando el sistema inmune cree, erróneamente, que algo que comió es perjudicial.
Para proteger, el sistema inmune produce inmunoglobulina E – también llamados anticuerpos IgE – contra ese alimento. Los anticuerpos desatan entonces una reacción en cadena que causa síntomas. En algunas personas, los anticuerpos y proteínas se unen entre sí y forman complejos inmunes en el intestino. Estos complejos inmunes luego circulan y se meten en todos los rincones del cuerpo, incluyendo las articulaciones, en las que pueden contribuir a la inflamación.
Una vez que se fabrican anticuerpos contra un alimento en particular, el cuerpo reconoce inmediatamente que la comida la próxima vez que se consume, y el ciclo comienza de nuevo. Las investigaciones reiteran y confirman que cuando los participantes no se comen los alimentos sospechosos, reducen sus síntomas de artritis reumatoide.