El 30 % de las mujeres españolas tienen alergia a la bisutería, y más concretamente tienen alergia al níquel debido al uso de bisutería, cifra que duplica o triplica la de países vecinos. Por este motivo, según la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), desde el 2004 está en vigor una regulación europea que limita la liberación de níquel por parte de los objetos destinados a ponerse en contacto con la piel.
La AEDV ha realizado un estudio en colaboración con otros especialistas españoles en el que se analizaron pendientes comprados en diferentes tiendas. "En el estudio se certificó que la joyería comprada en mercadillos no cumplía la normativa y es por tanto fuente de exposición a este metal. En definitiva, usar pendientes desde la infancia ocasiona la mayoría de intolerancia a la bisutería", ha explicado el doctor Juan García Gavín.
La alergia a fragancias es la segunda causa de dermatitis alérgica en mujeres y es causa además de eczemas crónicos de difícil manejo y que alteran la calidad de vida del paciente, pues se encuentra tanto en los productos de higiene, cosméticos, y en productos de uso doméstico que contienen perfumes y que son muy difícil de evitar.
Existen otro tipo de dermatitis alérgicas como son las de origen laboral, como las resinas, la epoxi, las de melamina, determinados aceites de corte, isocianatos, disolventes o tintes. Además la alergia a tintes es mucho más frecuente en la población femenina, pero afortunadamente, en los últimos años están apareciendo nuevos tintes que no contienen parafenilendiamina base y que por tanto que permiten teñirse el pelo a las personas alérgicas.
En cuanto al tratamiento, los expertos insisten en que el único eficaz es evitar las sustancias que producen la alergia; por lo que es importante realizar pruebas epicutáneas para verificar o descartar sensibilizaciones.
Sin duda el alérgeno más importante de los últimos dos años ha sido la metilisotiazolinona, que está ocasionando una verdadera epidemia de alergia. Se trata de un conservante presente en muchos productos cosméticos, de limpieza domésticos, bricolaje, barnices, pinturas o pegamentos.
En el año 2005 se aprobó el uso de esta sustancia como conservante para su uso en cosméticos con un límite de concentración de hasta 100 partes por millón. En el año 2010 se publicaron los primeros casos de alergia a esta sustancia contenida en cosméticos donde se revelaba que la mayor parte de los pacientes presentaban lesiones perianales o en manos y tronco por el uso de toallitas húmedas.
Posteriormente han aparecido miles de casos de alergia a esta sustancia en lo que se ha llegado a calificar como auténtica epidemia. Los síntomas que presentan los pacientes alérgicos a esta sustancia son lesiones cutáneas pruriginosas, ronchas y picor.
No siempre es fácil intuir que un producto puede hacer daño. De hecho, muchas veces los pacientes lo cambian para descartar una posible alergia sin darse cuenta de que el nuevo producto puede tener ingredientes en común con el anterior. Por ello, la Sociedad Europea de Dermatitis de Contacto está luchando para que en la Unión Europea se disminuya la concentración máxima permitida en todos estos productos.