La plataforma online FinorBox pretende acercar más de un centenar de productos gourmet de casi 60 artesanos mediante cestas con maridajes libres de aditivos a consumidores de más de 20 países en Europa.
Algunos de los maestros artesanos que colaboran con FinorBox han rescatado procesos utilizados hace 500 años y la gran mayoría ha adaptado su oferta a las necesidades de consumidores vegetarianos, veganos, celíacos, diabéticos o con gustos personalizado, conformando una propuesta que supone una nueva alternativa digital para abrir nuevos mercados más allá de los mercadillos y las ferias locales.
Cada surtido se adapta a la disponibilidad del producto según la estación del año, para así influir en los hábitos alimenticios. “Se trata de comer un producto artesano, resultante de un largo proceso de elaboración, de vez en cuando, en vez de comerlo cada semana”, sugiere la fundadora de FinorBox, Viry Macías, que plantea: “imagínate si comieras fresas todo el año cuando en realidad sabemos que está disponible de forma natural por un tiempo limitado… Hay que saber disfrutar de la espera. Comer no solo se ha convertido en un acto de consumo, sino también en un acto de activismo alimentario”.
Así las cosas, FinorBox nació para crear una experiencia gastronómica “como si el consumidor urbanita estuviera en el campo, librándose de conservantes que eliminan todo el auténtico sabor de los alimentos”, explica Viry, que reconoce que tras obtener resultados negativos en una treintena de pruebas de alergias, ninguna de ellas hace referencia a la alergia debido a los aditivos.
Así las cosas, “nos dimos cuenta junto con mi pareja que éramos alérgicos e intolerantes alimentarios sin saberlo y solo lo descubrimos hace 3-4 años: con brotes de ardores, picores e irrupciones en la piel que surgían media hora después de comer, además de tener piel atópica e hipersensible”, afirma Viry, que añade que “lo más frustrante es que no existe una prueba en el mercado que detecte las alergias a los aditivos porque se trata de detectar casi 400 aditivos alimentarios a la vez”.
Desde FinorBox observaron que existían pocas opciones de cestas adaptadas a consumidores preocupados por la calidad de los ingredientes o interesados por la historia detrás de productos con sabores auténticos, por lo que se pusieron manos a la obra para solucionar esa carencia. “Creemos que hay mucho por hacer en materia de educación alimentaria: sería interesante enseñar a catar un producto específico con una combinación de maridaje de otros productos que permitan crear una experiencia gastronómica explosiva para el paladar”, ha confesado Viry, quien reconoce que “la mayoría de la gente opta por no degustar productos artesanales porque les cuesta encontrar una propuesta que cumpla con sus necesidades o ellos se limitan a ver el precio, que suele ser más elevado que el del supermercado. Sin embargo, comer un producto artesanal supone valorar la calidad, la aportación nutricional saludable y el apoyo social al productor local”.