Aproximadamente el 6 % de los niños tienen una alergia alimentaria, y muchos de ellos y sus familias no conocen cómo esta patología es capaz de llevar al organismo hasta el colapso. Con el objetivo de comprender mejor las alergias alimentarias y formar a padres y niños al respecto, remarcando la importancia del buen uso de la adrenalina, la alergóloga Susana Ranea ha publicado una nueva guía en formato cuento titulada Adrenalina, el unicornio mágico, y publicada por Henko Ediciones.
La idea surgió hace algunos años a raíz de un dibujo de su hija, que se ha convertido en la única ilustración que aparece en este cuento que no firma la doctora Puerto Llorente, quien también se estrena en estas labores.
Evangeline es la protagonista de esta historia ficticia a quien le sientan mal las fresas, aunque no hay mucha gente que tenga este tipo de alergia concreta, al contrario de lo que se suele pensar.
Al comerlas su cuerpo reacciona pero, en un momento dado, le cuesta respirar. «Cuando la reacción va más a allá de la piel y pasa a otros órganos es el momento de hacer algo», advierte la doctora Ranea.
De esta manera, cuando a Evangeline le cuesta respirar, entra en escena el médico Jôkichi Takamine, quien en la vida real descubrió la adrenalina, y le ofrece su poción mágica de Unicornio.
Tal y como sucede en la historia, «es mejor poner la adrenalina antes de tiempo que no ponerla, porque no pasará nada», aconseja esta especialista ante una situación en la que suele haber tensión y nervios. Y, por cierto, se pone directamente en el muslo, tal y como enseña esta pequeña guía.
La autora destaca que ante el diagnóstico de una alergia «muchos padres encierran a sus hijos en un castillo de cristal», para añadir que sorprendería conocer la de niños que se quedan sin ir a fiestas de cumpleaños».
Así las cosas, esta guía existe también para «desdramatizar» la situación, de manera que según la alergóloga, «en cualquier momento te puedes volver alérgico, la tendencia en los últimos diez años se incrementa», por lo que lo mejor es conocer cómo actuar y cuáles son los riesgos, una manera de «empoderar al paciente» a sabiendas de que «un niño es menor y debe estar supervisado».
La doctora y autora recuerda que un alérgico a los alimentos debe llevar adrenalina siempre encima, de manera que «cada vez hay más niños afectados y podría ayudarlos a todos», según reza una página del cuento.
Tras su sección más literaria, a esta obra le siguen unas páginas con información general, consejos y definiciones, y al finalizar la historia, dos códigos QR enlazan a vídeos divulgativos de la experta.