Los bebés y niños pequeños con comunidades bacterianas más maduras en el intestino tienen menos probabilidades de desarrollar sibilancias o asma relacionadas con la alergia, según una investigación realizada a partir del Barwon Infant Study de Australia, y presentada en el Congreso Internacional de la Sociedad Respiratoria Europea celebrado en Milán (Italia).
Estas comunidades de bacterias, conocidas como microbiota, se desarrollan en el cuerpo humano durante los primeros años de vida y participan en procesos útiles para el organismo, como la síntesis de vitaminas y el refuerzo del sistema inmunitario, u ocasionalmente inútiles, como el papel que desempeñan en la enfermedad inflamatoria intestinal y las úlceras de estómago.
Al nacer, los bebés ya tienen parte de la microbiota de su madre en el intestino; mientras la diversidad de la microbiota aumenta y madura a medida que crecen y están expuestos a más tipos diferentes procedentes de fuentes como otros niños, animales y diferentes alimentos.
La doctora Yuan Gao, investigador de la Universidad Deakin de Geelong (Australia), que ha liderado la investigación ha explicado que sus estudios sobre el Barwon Infant Study demostraron que una microbiota intestinal infantil más madura al año de edad se asociaba a una menor probabilidad de desarrollar alergias alimentarias y asma en la infancia. En este sentido, ha afirmado que "esto parecía deberse a la composición general de la microbiota intestinal más que a bacterias específicas. Por tanto, nuestra hipótesis es que la maduración avanzada de la microbiota intestinal infantil en los primeros años de vida se asocia con un menor riesgo de sibilancias relacionadas con alergias en la infancia posterior".
El estudio Barwon Infant Study (BIS), que se lleva a cabo en Australia desde 2010, reclutó a 1074 bebés entre 2010 y 2013, y los investigadores han seguido a los bebés a medida que crecían. Para este estudio, la doctora Gao y sus colegas analizaron las bacterias presentes en las muestras fecales recogidas de los bebés del BIS al mes de nacer, a los seis meses y al año.
En las revisiones postnatales al año y a los cuatro años, los investigadores del BIS pidieron a los padres que informaran sobre si sus hijos habían desarrollado sibilancias o asma relacionadas con alergias en los 12 meses anteriores; y además realizaron pruebas de punción cutánea para comprobar si los niños presentaban reacciones alérgicas a alguno de los diez alimentos y sustancias transportadas por el aire que pueden desencadenar una respuesta alérgica, como la hierba de centeno o el polvo.
En un subgrupo de 323 niños seleccionados al azar, el equipo del BIS utilizó una técnica de secuenciación del ADN para identificar y caracterizar la microbiota intestinal; y calcularon la "puntuación z de la microbiota según la edad" (MAZ), que es una estimación matemática de la madurez de la microbiota intestinal de los niños; para descubrir que "si los bebés tenían una microbiota intestinal más madura cuando tenían un año, eran menos propensos a tener sibilancias relacionadas con la alergia al año y a los cuatro años", apunta Gao.
No se conocen del todo los mecanismos por los que la microbiota intestinal madura contribuye a prevenir las enfermedades relacionadas con la alergia, pero según indica Gao, "dados los complejos orígenes y desarrollo tanto de la microbiota intestinal como del sistema inmunitario infantil, es probable que el efecto protector de una microbiota intestinal sana se produzca como resultado de comunidades de bacterias que actúan de múltiples formas distintas, y no a través de un mecanismo concreto".
Los investigadores tienen previsto reclutar a 2.000 niños de Australia y Nueva Zelanda en un nuevo ensayo clínico, denominado ARROW, para comprobar si administrar a los niños pequeños una mezcla de bacterias muertas, por vía oral, puede protegerles de las enfermedades sibilantes o el asma al potenciar una respuesta inmunitaria sana frente a las infecciones víricas.
Los virus son la causa más frecuente de enfermedades infantiles y pueden provocar infecciones torácicas y sibilancias, y según asegura la doctora Gao "ARROW podría mejorar radicalmente la salud de los niños con sibilancias y asma recurrentes".
Los puntos fuertes de este estudio son su diseño, que permitió a los investigadores analizar la evolución de la microbiota intestinal a medida que los niños crecían, y el hecho de que los niños del BIS procedían de la población general; mientras que las limitaciones incluyen el hecho de que los métodos de ADN utilizados para caracterizar la microbiota intestinal no pueden proporcionar información sobre la función de las bacterias.
Por su parte, el doctor Erol Gaillard, secretario del grupo de alergia y asma pediátrica de la Sociedad Respiratoria Europea, profesor asociado de salud infantil y asesor honorario de medicina respiratoria pediátrica de la Universidad de Leicester y del Leicester Royal Infirmary (Reino Unido), que no participó en la investigación, ha señalado que "las enfermedades relacionadas con la alergia, como el asma y el eccema, son algunas de las afecciones más comunes que afectan a los niños, y su incidencia está aumentando en muchas partes del mundo".