La hipótesis de la higiene, propuesta por el científico Strachan en 1989, sufería que el aumento de la limpieza, la reducción del tamaño de la familia y la disminución de las infecciones infantiles podrían explicar la creciente prevalencia de enfermedades alérgicas.
A la luz de esta concepción, ahora se ha formulado una hipótesis de la flora intestinal, que sugiere que las alteraciones en la microbiota intestinal, la fuente más grande de exposición microbiana y una fuente de estimulación inmunológica temprana, pueden ser la base de la epidemia atópica.
Ante esta perspectiva, suplementar microbios mediante probióticos, definidos por la OMS como “microorganismos vivos que, administrados en cantidades adecuadas, confieren un beneficio para la salud del huésped”, parece una buena estrategia de prevenir los trastornos alérgicos.
La suplementación temprana con probióticos podría de esta manera modular la maduración de la respuesta inmune; al tiempo que los mecanismos subyacentes mediante los cuales los probióticos previenen la atopia, podrían incluir cambios en el equilibrio de las células del sistema inmune (linfocitos, interleuquinas,..).
Los autores de esta revisión consultaron sistemáticamente la literatura para investigar si la suplementación con probióticos prenatal y/o postnatalmente podría bajar el riesgo de atopia e hipersensibilidad alimentaria en niños pequeños.
Se analizaron un total de 17 ensayos de investigación sobre el efecto de los probióticos en la prevención de la alergia en niños; y el análisis indicó que los probióticos administrados antes y después del nacimiento podrían bajar el riesgo de atopia (reacciones alérgicas frecuentes) y el riesgo de hipersensibilidad alimentaria, especialmente cuando se administran prenatalmente a la madre embarazada y postnatalmente al niño.
Cuando los probióticos fueron administrados solo prenatalmente o solo postnatalmente, no se observaron los efectos preventivos.
Los resultados de esta revisión indican que los probióticos administrados tanto a la madre embarazada como al niño directamente, parecen ser una forma factible de prevenir la atopía y la hipersensibilidad alimentaria en niños pequeños.
No obstante, los efectos a largo plazo de los probióticos quedan aún pendientes por definir.