Un grupo de investigadores de las universidades de Huelva y Sevilla ha medido por primera vez cómo se dispersa el polen en el aire de seis especies vegetales de las Marismas de Huelva con el objetivo de comprobar si producen alergia.
Los expertos analizan la dispersión de estos granos para determinar la distancia y la altura que recorren y comprobar cómo se reproduce la vegetación. Además, con este conocimiento sobre cómo se mueve el polen en la actualidad y un registro de estos gránulos en los sedimentos, los investigadores van a poder establecer qué tipo de vegetación había en una zona concreta en un momento específico.
Estos datos podrían emplearse para elaborar planes urbanísticos de restauración y conservación de estas zonas, según ha indicado la Fundación Descubre, desde donde también han señalado que las marismas cumplen una serie de funciones medioambientales, como absorber los metales pesados procedentes de los ríos, depurar el agua o amortiguar el impacto de las inundaciones, además de ser el hábitat de muchas especies de aves.
Muchas de las plantas que habitan estas marismas poseen un aspecto similar a los cactus y suculentas, que acumulan agua en su interior. Además, según el investigador de la Universidad de Sevilla Jesús Manuel Castillo, "estas zonas también poseen un gran valor cultural y económico, dado que son el 'criadero' de muchas variedades de peces e invertebrados marinos que salen a mar abierto. Luego éstos se pescan y consumen".
En el estudio titulado Temporal and spatial patterns of airborne pollen dispersal in six salt marsh halophytes y publicado en Review of Palaeobotany and Palynology, los investigadores explican que midieron con captadores las concentraciones de granos de polen en el aire para comprobar, por un lado, cómo se reproducían seis especies vegetales locales y, por otro, determinar si estos niveles eran lo suficientemente altos como para provocar alergias a las personas como ocurre con el polen del olivo.
Para determinar cómo se dispersaba el polen en el aire, el equipo científico primero localizó las áreas donde crecían las variedades vegetales de interés con el apoyo del experto en taxonomía vegetal y agente de medio ambiente del Paraje Natural de Marismas del Odiel Enrique Sánchez Gullón.
Una vez determinadas las zonas de estudio en el estuario del río Odiel, instalaron captadores de polen que recogían muestras al amanecer, al mediodía y al atardecer.
Estas trampas absorbían el aire y retenían los gránulos mediante una cinta adhesiva; y seguidamente, los científicos las analizaron bajo el microscopio para clasificar de qué especie procedían y apuntar el número de granos por litro de aire.
De esta manera determinaron que el polen de estas plantas se dispersaba por la acción del viento por las mañanas, cuando la temperatura alcanzaba más de 22 grados centígrados y con brisa, a una velocidad menor de seis metros por segundo.
Según ha señalado Castillo, "en general, esto quiere decir que el polen 'viaja' poco y las plantas se reproducen por geitonogamia. Esta forma de autofecundación se da cuando el vegetal se poliniza entre flores distintas de una misma planta".
Los científicos han concluido que las concentraciones de polen no eran suficientemente elevadas para provocar alergias y, además, establecieron unos patrones de dispersión de estos gránulos con los que pueden predecir cómo y en qué momento se reproducirán las orgaza (Atriplex halimus), el sisallo (Salsola vermiculata), el amajo dulce (Suaeda vera), la sosa jabonera (Arthrocnemum macrostachyum), la sosa alacranera (Sarcocornia fruticosa) y la verdolaga marina (Halimione portulacoides).
Además, con este estudio sobre cómo se mueve el polen en la actualidad y el análisis de granos fósiles en los sedimentos de la zona, los investigadores pueden establecer las plantas que había en un área concreta, de forma que, en el transcurso de planes de restauración ecológica, los expertos sabrían cómo, dónde y cuándo plantar estas variedades para que continúen reproduciéndose.
En la actualidad, el equipo de investigación del departamento de Ciencias Integradas de la Universidad de Huelva y el grupo de Ecología, Citogenética y Recursos Naturales de la Universidad de Sevilla está centrado en comprobar cómo se reproducen otras especies de plantas de las marismas onubenses, si influye en este proceso la depredación de larvas de insectos como las mariposas y en analizar cómo viajan las semillas por el agua de la zona.
"También queremos valorizar las especies como la Sarcocornia fruticosa, una planta que crece en las marismas y puede emplearse en varias recetas", ha concluido Castillo.