El polen de ciprés ya hace estragos entre los alérgicos, según asegura el jefe del servicio de Alergología del Hospital General Universitario de Ciudad Real (HGUCR), Francisco Feo Brito, quien ha explicado que "en las dos últimas semanas se ha rebasado de forma continuada el umbral reactivo".
El pasado lunes día 9 de Marzo se alcanzaron los 158 granos por metro cúbico de aire, una cantidad que lo ha triplicado despertando al 100 % de los pacientes sensibilizados a las cupresáceas o arizónicas (tres de cada diez) y llenando las consultas.
El actual escenario, con concentraciones altas y sostenidas en el tiempo favorecidas por días de calor (25 grados se alcanzaron el pasado día 10), ha conllevado una mayor severidad de los síntomas con tos, silbidos en el pecho y dificultad al respirar como "expresión de las agudizaciones de asma bronquial".
Además, según expone el doctor Feo Brito, es habitual confundir esta alergia con procesos gripales o catarros. "Las cupresáceas o arizónicas provocan una obstrucción y bloqueo nasal persistente que alcanza su mayor intensidad a las 24 horas de los máximos niveles de polen", ha remarcado incidiendo en la importancia de hacer un diagnóstico diferencial.
«Un resfriado se supera con reposo, líquidos y paracetamol, mientras que la alergia se trata con antihistamínicos, broncodilatadores, corticoides (tópicos o inhalados) e inmunoterapia», ha puesto de manifiesto.
La única opción que modifica el curso de la enfermedad son las vacunas específicas, al actuar sobre la causa que provoca la respuesta alérgica. Lo demás, en palabras del experto, son "parches" que reducen tan sólo unas molestias que se ven agravadas por el ozono y óxidos de nitrógeno que dañan el epitelio y los cilios bronquiales, deteriorando así su capacidad para actuar como barrera biológica frente a las sustancias inhaladas.
Las cupresáceas, es decir, los cipreses que se erigen en los cementerios, y las arizónicas, un clásico entre los setos de jardín que proliferan en los núcleos urbanos, les complican la vida desde finales del mes de diciembre al convertirse en auténtico abono para los estornudos.
La mayor parte de los afectados sufren rinitis, una enfermedad inflamatoria de la mucosa caracterizada por una congestión nasal muy fuerte que sufren el 80 % de los asmáticos. Y el asma, según advierte el jefe de Alergología del centro hospitalario de la capital, puede desencadenarse con otros estímulos.
En este sentido, apunta que "una inflamación bronquial repetida y continuada primavera tras primavera, aumenta la intensidad de su alergia desarrollando además sensibilización a nuevos pólenes, ácaros del polvo, hongos atmosféricos y epitelios de animales". Esta mayor susceptibilidad les hace más vulnerables a infecciones respiratorias, actividades físicas, humo e irritantes. "Llegan a tener crisis de cuatro a seis semanas de duración", asegura Feo Brito poniendo el acento de nuevo en la vacunación para alcanzar una tolerancia clínica que evite la evolución crónica del proceso.