El estudio de la alergia como una enfermedad con características únicas apareció a principios del siglo XX, cuando la inmunología tuvo grandes avances y la investigación de patógenos y el desarrollo de vacunas marcaron un antes y un después en la forma de entender la relación de nuestro organismo con elementos ajenos.
Durante el período de industrialización, el uso de vacunas y la mejora en las medidas higiénicas en gran parte de la sociedad, comenzaron a aparecer reacciones extrañas y enfermedades que no se habían visto con anterioridad. Aunque algunos médicos sospechaban que podían ser causadas por el propio sistema inmunitario, no había evidencias claras.
Según cuenta la revista Muy Interesante, no fue hasta 1903 cuando un pediatra vienés se interesó por este tipo de reacciones y comenzó a asentar las bases del estudio de las reacciones alérgicas. Se trataba de Clemens von Pirquet, que estudió medicina, entre otras cosas, y empezó a ejercer en el Kinderklinik (Hospital de Pediatría) en Viena en 1900.
Su trabajo, más cerca de la cama de los pacientes que de la poyata del laboratorio, le llevó a interesarse en esas reacciones que no tenían explicación, y en 1903 von publicó un primer informe titulado Zur Theorie der Infektionskrankheiten (Sobre la teoría de las enfermedades infecciosas), en el que planteaba la idea de que la respuesta del sistema inmunitario en forma de infecciones era el resultado combinado de una respuesta innata y adaptativa.
Los estudios publicados en los años anteriores en el campo de la inmunología se centraban en un tipo de respuesta inmune que conocemos como respuesta innata y que es el resultado de una evolución frente a la presencia de virus o bacterias que suponen un peligro para nuestra salud. Se creía que esta respuesta se activaba cuando un microorganismo entraba en nuestro cuerpo y comenzaba a invadir nuestras células con compuestos dañinos como las toxinas.
Este tipo de respuesta está presente en todas las personas, independientemente de si ha estado en contacto con esos patógenos o no; y la tenemos “de serie”, por lo que se llama respuesta innata.
Por otro lado, tenemos la respuesta adaptativa, que se adquiere a lo largo de la vida de cada persona. Este tipo de respuesta se desencadena al entrar en contacto por primera vez con ciertas moléculas ajenas a nosotros y sirve como protección para encuentros futuros.
Ahora sabemos que las alergias se engloban dentro del tipo de respuestas adaptativas, que se adquieren a lo largo de la vida de cada persona en base a factores ambientes y/o predisposiciones genéticas.
Clemens von Pirquet fue quien acuñó el término “alergia” en 1905, combinando las palabras allos (otro) y ergon (trabajo) del griego para describir una reacción de hipersensibilidad ante lo ajeno.
El principal argumento era que este tipo de reacciones en diferentes modelos experimentales, observaciones clínicas y estudios sobre vacunación y tolerancia, necesitaban de un tiempo concreto hasta que el cuerpo activaba la respuesta, por lo que el pediatra dedujo que este tiempo era el necesario para crear los anticuerpos responsables de la reacción y, por lo tanto, se llevaba a cabo una adaptación o respuesta adaptativa.
En los años sucesivos, von Pirquet publicó numerosos artículos junto a sus colaboradores, que apuntaban a que su argumento era cierto, además de otras publicaciones paralelas sobre las reacciones de anafilaxia de otros investigadores que tomó como inspiración.
La contribución de este pediatra vienés todavía se palpa en los centros de investigación de alergia en Viena, y aunque no obtuvo el reconocimiento de la comunidad científica y fue fruto de burlas durante varios años, hoy en día debemos agradecer su aportación, ya que las alergias están más que aceptadas en la medicina.