Los asistentes al 69º Congreso de la Asociación Española de Pediatría (AEP), han debatido sobre el aumento de las alergias alimentarias en niños, y en ese contexto, han puesto de manifiesto que éstas están aumentando a nivel nacional en torno al 2 %, lo que se debe, por un lado, a la mejora en los diagnósticos y, por otro, a las características de nuestro entorno.
En este marco, la doctora Laura Valdesoiro Navarrete, coordinadora del grupo de trabajo de Alergia a Alimentos de la Seicap, ha explicado que "los factores para estimular a las plantas son vistos por éstas como una amenaza y se defienden"; para añadir que «este aumento de alergias es multifactorial y hay varias hipótesis para explicarlo: por un lado está la higienista que defiende que la reducción del contacto microbiano a una edad temprana hace que aumenten las enfermedades alérgicas. Y luego están los que sostienen que es todo lo contrario, que se desarrollan más alergias por la exposición a contaminantes ambientales y aditivos alimentarios».
En este último punto coincide la alergóloga murciana Isabel Sánchez-Guerrero, presidenta de AlergoMurica, que ha apuntado que la alergia a los alimentos está aumentando su frecuencia y su severidad y que en el caso de los adultos están creciendo las alergias a los alimentos vegetales.En este sentido, Sánchez-Guerrero ha explicado que «la forma de cultivar está cambiando por el afán de producir cada vez más, lo que hace que se utilicen factores para estimular a las plantas y no se les deje que crezcan de forma natural con el tiempo que necesitan».
Las alergias a las frutas y a los frutos secos son las más comunes y, sobre todo, a la proteína transportadora de lípidos (LPP), que producen las plantas como una forma de defenderse de factores externos cuando se sienten atacadas y «las maniobras que se llevan a cabo para forzar el crecimiento de las plantas hacen que éstas lo perciban como una amenaza e intenten defenderse produciendo más proteína, lo que incrementa las alergias a los alimentos», ha explica la presidenta de Alergomurcia.
En cualquier caso, los pediatras alergólogos sostienen que la clave está en la prevención; y una de las estrategias para ello pasa por introducir los alimentos potencialmente alérgenos de forma precoz en la dieta incluso antes de los 6 meses de vida, siempre manteniendo la lactancia materna el mayor tiempo posible.
Hasta hace una década, ser diagnosticado en la infancia de una alergia alimentaria suponía no poder volver a consumir el alimento en cuestión; pero hoy en día, gracias a los nuevos avances en diagnóstico molecular, tener alergia a un alimento no implica necesariamente su evitación estricta.
En el caso de los frutos secos, hay proteínas compartidas por todos ellos y otras que son propias de uno en particular; por lo que saber exactamente cuál es la que produce reacción y en qué frutos está presente, hará que no se tenga que evitar el consumo de todos ellos. Sin embargo, cuando una prueba de alergia alimentaria sale positiva, es muy importante tener en cuenta que no siempre significa que se es alérgico a ese alimento; y hay que evaluarlo a fondo para asegurarse.