En esta época del año, vemos con frecuencia a niños que llevan mascarillas que nos indican que padecen alergia a algún tipo de polen; y es que la prevalencia de las enfermedades alérgicas ha aumentado en las últimas décadas, especialmente entre los niños de los países occidentales.
Una de las manifestaciones de la enfermedad alérgica es el asma, patología que afecta a unos 300 millones de personas en todo el mundo y que en España afecta al 5 % de la población adulta y al 10% de los niños.
Las previsiones indican que, en las próximas décadas, se podría producir un aumento de la incidencia del asma hasta alcanzar el 20 % de la población, lo que indica que estamos ante un problema de salud pública importante.
Las causas que justifican este incremento son probablemente multifactoriales, e incluirían los cambios en la dieta. Esta constatación puede sorprender a más de uno, pero, ¿qué cambios en nuestra dieta favorecen la aparición de esta patología? y ¿qué tipo de dieta puede mejorar o, incluso, prevenir la sintomatología alérgica?
En las enfermedades alérgicas, juega un papel importante el estrés oxidativo y la inflamación, por consiguiente, aquellos alimentos y dietas que inhiban estos procesos, serán beneficiosos y nos ayudarán a mitigar o incluso prevenir las manifestaciones que las caracteriza.
Haciendo un acopio de los conocimientos actuales, podemos llegar a la conclusión de que las evidencias de las que disponemos, demuestran que la dieta Mediterránea es un factor protector contra las enfermedades alérgicas, lo que constituye una razón más a favor de esta dieta y, sobre todo, en niños o adultos con estos trastornos.
Se considera que una dieta rica en antioxidantes puede ayudar a prevenir ciertas manifestaciones alérgicas e, igualmente, ciertas vitaminas (A, C, D y E) también han demostrado ser beneficiosas. Por consiguiente, el consumo de alimentos ricos en todos estos compuestos como las frutas o las verduras, es muy recomendable.
De forma significativa, se ha descrito que el incremento del consumo de ácidos grasos poliinsaturados omega-6, especialmente presentes en los aceites de semillas, se correlaciona con la sintomatología asmática y con otras de índole alérgico. Por el contrario, el consumo de ácidos grasos monoinsaturados, que son los mayoritarios en los aceites de oliva, se consideran un efecto protector de los trastornos alérgicos.
Las evidencias nos revelan que los cambios en la dieta que ha asumido nuestra sociedad, puede tener un profundo impacto en la salud. Estos cambios se caracterizan por un menor consumo de frutas y de otros alimentos de origen vegetal acompañado de un aumento del consumo de cereales no integrales, carnes rojas y grasas saturadas, y todo ello podría estar entre las causas que incrementan el riesgo de enfermedades alérgicas. Del mismo modo, las evidencias indican que, una dieta adecuada puede ser una medida efectiva para atenuar o prevenir la sintomatología alérgica.