Los riesgos de sufrir alergia al cortar la parte podrida de la fruta y comer el resto

Los riesgos de sufrir alergia al cortar la parte podrida de la fruta y comer el resto

Es habitual que en ocasiones las frutas que tenemos en casa tengan una mancha marrón reblandecida, ante lo que solemos cortar el pedazo estropeado y comer sin problemas el resto de la pieza. En principio, esta acción tan común no resulta peligrosa para la salud y lo lógico es que no provoque ningún tipo de malestar.

Sin embargo hay excepciones, y algunas personas que han desarrollado alergia al moho podrían verse afectadas por esta acción.

Las frutas padecen lo que se conoce como pardeamiento enzimático”, ha explicado Miguel Ángel Lurueña, doctor en Ciencia y Tecnología de los Alimentos, que afirma que “esto ocurre porque se rompen las células y las enzimas entran en contacto con elementos externos que las oxidan. Esto provoca que la piel se rompa y permita que el oxígeno exterior penetre en la fruta y la estropee”.

Se trata de una reacción bioquímica que no suele representar un riesgo para las personas, aunque hace que se pierdan parte de las vitaminas y nutrientes que aportan las frutas. Sin embargo, lo peor es que facilita que determinados microbios y bacterias penetren en su interior, lo que sí puede incidir en la salud. “En algunos casos, la oxidación se nota a primera vista, como en el plátano o la manzana, también en champiñones, por ejemplo, que se oscurecen nada más cortarlos”, explica Lurueña, que añade que “sin embargo, es más difícil de detectar cuando los mohos desarrollan componentes tóxicos que no se aprecian a simple vista”.

Uno de estos enemigos son las micotoxinas, unas sustancias producidas por hongos que ni se ven ni se huelen ni tienen sabor y pueden derivar en una intoxicación crónica, capaz de producir cáncer de hígado y de riñón o una toxicidad aguda, aunque no es frecuente, sobre todo si la fruta se ha sometido a los preceptivos y obligatorios controles de sanidad.

Una de las frutas con mayor riesgo de estar infectadas por esas sustancias son las manzanas, que no sólo se infectan mientras están almacenadas, en el transporte o mientras las tenemos en casa, sino que puede suceder durante todo el proceso de cultivo, desde que se planta la semilla hasta que se recoge la fruta del árbol. En este sentido, el consejo de los especialistas es no comerlas cuando no están en perfectas condiciones y tirarlas la basura metidas en una bolsa.

Además, las micotoxinas no desaparecen al cocinarlas y por lo tanto tampoco se deberían aprovechar las manzanas que las contienen haciendo una tarta o una compota. En este sentido, los especialistas aconsejan como referencia que si la mancha ocupa un tercio o más de la superficie, la fruta no debe consumirse.

El aire, la humedad y la acción de los insectos son las causas más frecuentes para que se desarrolle moho, que está compuesto de hongos microscópicos, cuyas esporas aportan distintos colores que se aprecian a simple vista, tales como el azul-verdoso de los cítricos, el marrón de melocotones y manzanas, el blanco de los champiñones.

También cambian la textura y provocan un olor y sabor desagradables y fácilmente detectables. Aunque dependiendo de la sensibilidad de cada persona, esto podría provocar náuseas, vómitos o diarreas pasajeros, y normalmente afecta más a las frutas blandas que a las consistentes. Si se trata de fresones, cerezas y otras de pequeño tamaño, es necesario desecharlas y separar las estropeadas del resto para evitar el contagio.

No es conveniente ni tocar ni oler el moho, porque puede causar problemas respiratorios y hay que limpiar bien la nevera donde han estado almacenadas las frutas afectadas. Además noes buena idea lavar las frutas hasta el momento en que se van a comer, porque la humedad no les favorece, y tampoco comprar fruta en grandes cantidades si no se va a consumir de inmediato porque, sobre todo en verano, es fácil que se estropeen en pocas horas.

Otro de los problemas con el moho es que tiene raíces, que muchas veces penetran mucho más allá de la superficie sin que se aprecie a simple vista. Así que es mejor cortar las frutas antes de llevárselas a la boca y desecharlas si se aprecia algún cambio de coloración o textura en su interior.

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