Hacer la cama puede afectar gravemente a la salud. No se trata de una tendencia, sino la conclusión de un estudio de la Universidad de Kingston (Londres) que inflige un golpe brutal a la voz de la conciencia.
Según este informe, los ácaros adoran la humedad que genera nuestro sudor y si hacemos la cama al levantarnos nos exponemos a dormir con ellos para el resto de nuestros días.
El clima húmedo y templado favorece la alergia a estos insectos. Los ácaros prefieren la playa a la montaña, ya que sobreviven mejor al nivel del mar; y como están cómodos en aquellos lugares donde pueden tener alimento, están encantados en colchones, cortinones, alfombras o cojines
En cualquier caso, hacer la cama es un hábito saludable para casi todo el mundo, aunque existen situaciones límite. Un niño asmático o un ama de casa con un asma descontrolado no debe ponerse a hacer la cama, sobre todo si el colchón es viejo y no tiene funda antiácaros.
Alergias aparte, hay quienes no hacen la cama porque no les nace, quienes no pueden salir de casa dejando las sábanas cual velas al viento de la próxima ocasión y quienes... pues... depende. "Desde el punto de vista simbólico, -asegura el psicólogo Manuel Lage- como ejemplo de la caracterología de la persona, el hecho de hacer o no hacer la cama implica una forma de ser, una capacidad de control sobre la propia conducta".