Un estudio promovido por los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos (NIH) ha descubierto que las personas con alergias alimentarias tienen menos probabilidades de infectarse a causa de la Covid-19, al tiempo que ha identificado la obesidad y un alto índice de masa corporal (IMC) como asociados a un mayor riesgo de infección. En cambio, el estudio determinó que el asma no aumenta el riesgo de infección por SARS-CoV-2.
El estudio, publicado en la revista científica Journal of Allergy and Clinical Immunology, también descubrió que los niños de 12 años o menos tienen la misma probabilidad de infectarse con el virus que los adolescentes y los adultos, aunque el 75 % de las infecciones en niños son asintomáticas.
Además, el estudio confirmó que la transmisión del SARS-CoV-2 dentro de los hogares con niños es elevada. Según ha indicado el doctor Anthony S. Fauci, asesor médico principal de la Casa Blanca y director del Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos (NIAID), "los resultados subrayan la importancia de vacunar a los niños y de aplicar otras medidas de salud pública para evitar que se infecten con el SARS-CoV-2, protegiendo así del virus tanto a los niños como a los miembros vulnerables del hogar".
El equipo de investigadores realizó un seguimiento de la infección por SARS-CoV-2 en más de 4.000 personas de casi 1.400 hogares que incluían al menos una persona de 21 años o menos, una vigilancia que se llevó a cabo en 12 ciudades de Estados Unidos entre mayo de 2020 y febrero de 2021, justo antes del despliegue generalizado de las vacunas contra la Covid-19 entre los trabajadores no sanitarios y antes de la aparición generalizada de variantes.
Aproximadamente la mitad de los niños, adolescentes y adultos participantes tenían alergia a los alimentos, asma, eczema o rinitis alérgica declarados por ellos mismos; y un cuidador de cada hogar tomaba hisopos nasales de los participantes cada dos semanas para analizar el SARS-CoV-2 y rellenaba encuestas semanales. Si un miembro de la familia presentaba síntomas compatibles con la Covid-19, se tomaban más hisopos nasales. También se recogían muestras de sangre periódicamente y después de la primera enfermedad declarada por la familia, si la había.
Cuando se inició el estudio, las pruebas preliminares de otras investigaciones sugerían que tener una enfermedad alérgica podría reducir la susceptibilidad de una persona a la infección por el SARS-CoV-2; sin embargo, los investigadores descubrieron que tener una alergia alimentaria autodeclarada y diagnosticada por un médico, reducía el riesgo de infección a la mitad, aunque el asma y las otras enfermedades alérgicas controladas, tales como el eczema y la rinitis alérgica, no se asociaban con un menor riesgo de infección.
Dado que todas estas afecciones eran autodeclaradas, el equipo analizó los niveles de anticuerpos específicos de la inmunoglobulina E (IgE), que desempeñan un papel clave en las enfermedades alérgicas, en la sangre recogida de un subconjunto de participantes; dando como resultado según los investigadores, la correspondencia entre la alergia alimentaria autodeclarada y las mediciones de IgE específicas de los alérgenos alimentarios.
Así las cosas, los investigadores especulan con que la inflamación tipo 2, característica de las afecciones alérgicas, puede reducir los niveles de una proteína denominada receptor ACE2 en la superficie de las células de las vías respiratorias.
El SARS-CoV-2 utiliza este receptor para entrar en las células, por lo que su escasez podría limitar la capacidad del virus para infectarlas. Las diferencias en los comportamientos de riesgo entre las personas con alergia a los alimentos, como comer en restaurantes con menos frecuencia, también podrían explicar el menor riesgo de infección de este grupo; aunque mediante evaluaciones quincenales, el equipo del estudio descubrió que los hogares con participantes alérgicos a los alimentos tenían niveles de exposición comunitaria sólo ligeramente inferiores a los de otros hogares.
Por otra parte, los participantes con sobrepeso u obesidad tenían un riesgo de infección un 41 % mayor que los que no lo tenían.