Las legumbres constituyen un alimento esencial en la base de la pirámide de la dieta mediterránea por su alto valor nutricional y su riqueza en fibra, lo que las convierte en una de las más saludables fuentes proteicas vegetales; sin embargo, cuentan, fundamentalmente en la edad infantil, con un importante potencial alergénico.
Las principales legumbres que ingerimos en la dieta mediterránea y por nuestras costumbres culinarias son lentejas, garbanzos, guisantes, judías y habas, y entre ellas, las más alergénicas son la lenteja y el garbanzo, aunque hay otras legumbres que están ocultas con frecuencia en alimentos elaborados, tales como salsas, harinas, espesantes… como son los casos de la soja, la almorta o el altramuz.
También hay otro tipo de legumbres tras mucho menos conocidas, pero que también se emplean en la industria alimentaria, como son la garrofa, el tamarindo, la algarroba, la goma arábiga, la goma guar, el tragacanto, o el regaliz… entre otras.
Además hay un alimento que no identificamos como leguminosas y que, sin embargo, es una de las más importantes desde el punto de vista alergénico, que no es otro que el cacahuete.
De esta manera, las legumbres abarcan un amplio espectro en nuestra gastronomía, cada vez más ampliada por la importación de distintas culturas y costumbres, como el caso del "humus" elaborado a base de garbanzos o el "tofú", a base de soja.
Así las cosas, en la dieta del niño estamos introduciendo legumbres en distintas presentaciones que pueden suponer un riesgo de reacción alérgica al tratarse en ocasiones de alérgenos ocultos.
Por este motivo, es importante prestar atención al etiquetado y composición de alimentos elaborados para identificar las distintas leguminosas que pueden contener, en el caso de que el niño presente una alergia a legumbres.
No obstante, la evolución de la alergia a legumbres suele ser buena y tras una dieta de exclusión se vuelven a tolerar; así que, ante una sospecha de alergia a legumbres en el niño, será recomendable acudir a la consulta del alergólogo para realizar un diagnóstico adecuado e identificar qué legumbre o legumbres son las implicadas, y así evitar restricciones innecesarias y reacciones alérgicas inesperadas.