Un colegio elimina los rotuladores rojos para proteger a una alumna con una alergia grave al colorante E120

Un colegio elimina los rotuladores rojos para proteger a una alumna con una alergia grave al colorante E120

En el Instituto Cabrera Pinto de Canarias están prohibidos los rotuladores de pizarra rojos y naranjas, y el motivo es que hace tres años descubrió que una de sus alumnas, Andrea, padece alergia a una proteína de la cochinilla, un insecto originario de América que se utiliza para elaborar el colorante carmín E120, presente en muchos productos, desde pinturas o lápices de labios a alimentos como el jamón cocido o el yogur de fresa.

Cualquier tipo de contacto de la pequeña con este componente le provoca una reacción... a veces es una urticaria, pero otras es un shock anafiláctico que le impide respirar. “Cuando Andrea llegó al instituto, no éramos tan conscientes de la gravedad de la alergia. Como era a un colorante, pensábamos en algo exclusivamente alimentario”, ha explicado Cristina Álvarez, jefa de estudios del instituto.

Un día un profesor utilizó un rotulador rojo en clase y le dio una reacción muy fuerte”... y es que en los rotuladores, la proteína se volatiliza y llega vía inhalación. Entonces “decidimos prohibirlos completamente en todo el centro, y cada año enviamos un correo al principio de curso para recordárselo a los profesores. Nadie ha protestado, tampoco padres ni alumnos”.

La prohibición no incluye los bolígrafos rojos, que están hechos de otro material y sólo le afectan por contacto con la piel.

Andrea tenía 12 años cuando le dio el primer shock anafiláctico y su madre la llevó al hospital después de que le pusieran una inyección de adrenalina en el centro médico.

Dar con la causa fue difícil. Tras varios brotes, la doctora Inmaculada Sánchez, alergóloga del Hospital Universitario de Canarias, le dijo un día que apuntara absolutamente todo lo que comía, y saltó la alarma después de tomarse unos caramelos Skittles. “Me puso varios en el brazo y fuimos viendo que el rojo, el rosa y el violenta me hacían reacción”, cuenta Andrea. “Entonces contactó con el fabricante y se dio cuenta de que podía ser el colorante, que se sacaba de la cochinilla. Se fue a una tunera a buscar el bicho para hacerme una prueba y me dio reacción”.

Según un estudio reciente de científicos japoneses en la revista Allergology International, se trata de una alergia mal identificada, ya que “la literatura científica probablemente haya estimado a la baja el número de casos de afectados por reacción alérgica al colorante de la cochinilla debido a que los médicos no reconocen bien este tipo de alergia y los métodos de diagnóstico no están bien establecidos”, afirman, para añdir que “ni siquiera sabemos a qué proteína específica es alérgica Andrea”, cuenta la doctora Sánchez.

En el instituto tienen inyecciones de adrenalina para todos los alumnos con alergias graves, clasificados perfectamente en un dossier minucioso. “Son ellos los que se ponen la adrenalina, pero sería importante que hubiera algún enfermero en los centros”.

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