Cuando el frío llega, un jersey de lana se convierte se convierte en un aliado para que las bajas temperaturas no nos dejen congelados, ya que estamo ante un tejido natural con la particularidad de que desprendr mucho calor, por lo que es ideal durante estos días. Sin embargo, para algunas personas puede que no sea la mejor opción ya que, después de usar un suéter de lana, se les irrita la piel o presentan secreción nasal u ojos llorosos.
Así las cosas, la alergia a la lana es un problema real, pero poco común. En un estudio realizado por un extenso grupo de alergólogos, inmunólogos y dermatólogos, los expertos revisaron los últimos 100 años de investigación y evaluaron las afirmaciones que dicen que la lana causa alergia. El resultado de esta exhaustiva revisión fue sorprendente, ya que no se encontró ninguna evidencia de que la lana sea un alérgeno.
Según los investigadores, cualquier posible irritación provocada por la lana se debe a las fibras gruesas que sobresalen del tejido, en lugar de una alergia a la fibra misma, que provocaba una ligera erosión en la piel. En realidad, las fibras de lana superfinas o ultrafinas provocan una irritación cutánea mínima o nula; y debe tenerse en cuenta que el caso de la intolerancia a la lana, que no es lo mismo que alergia, es más común en aquellas personas que tienen una constitución atópica, una piel más seca y más alergias respiratorias.
En estos casos, la piel se puede volver hiper-reactiva en contacto tanto con etiquetas de la ropa como del tejido, que puede producir una sensación de cosquilleo o picor.
Pese a que los expertos consideraron la lana como un alérgeno poco probable, otros estudios han identificado un componente específico de este tejido, la lanolina, como la posible causa de la incomodidad de muchas personas al usar lana. Se trata de una sustancia natural que ayuda a las ovejas a eliminar el agua de su pelaje, y muchas personas que creen que son alérgicas a la lana en realidad lo son a esta especie de cera de lana.
De esta manera, las reacciones alérgicas no son necesariamente a causa de la exposición a la lana, sino a los ácaros de polvo, los tintes o incluso los productos químicos de limpieza que pueden haberse usado en la fabricación del hilo.
Entre los síntomas más comunes de la alergia a la lanolina destacan sarpullido, la hinchazón o la congestión nasal; y eEn algunas personas se pueden desarrollar síntomas respiratorios, que se convierten en peligrosos para quienes tienen problemas pulmonares como el asma.
Por lo tanto, las personas que tienen alergia a la lanolina no pueden usar ropa elaborada con lana sin desarrollar estos síntomas, cuya gravedad varía de una persona a otra, aunque en la mayoría de los casos se presenta como un sarpullido con picor, una erupción que suele aparecer en la zona de la piel que ha entrado en contacto con la lana.
Según una investigación hecha con más de 24.000 personas con alto riesgo de alergias, solo el 1,7 % de ellas reaccionaron realmente a la lanolina, por lo que queda claro que aunque muchas personas creen que son alérgicas a la lana, este material, en su estado más puro y natural, no suele provocar alergias. Lo que sí puede suceder es que la textura de este tejido provoque irritaciones que pueden confundirse con una alergia, o que en realidad la persona no reaccione a la lana, sino a algo que se usa en el proceso de confección de la prenda.
Sí está demostrado por otra parte, que la ropa en general tiene un papel decisivo en la evolución de la dermatitis de contacto, una enfermedad inflamatoria crónica que se caracteriza por la aparición de piel seca y sensación de picor, y que puede estar provocada por fibras naturales como la seda, la lana o el lino, o por fibras sintéticas como el rayón, nailon, poliéster, caucho y elastano.
Aunque todas estas fibras tienen la capacidad de causar dermatitis de contacto alérgica e irritante, es poco frecuente, y para evitarlo, es recomendable que la ropa interior, la de cama y, en general, toda la que entra en contacto con la piel sea de algodón.