Las alergias a controlar en el Otoño...

Las alergias a controlar en el Otoño...

Ya está aquí el Otoño, una estación que incluye una bajada de las temperaturas, aumento de la humedad en el entorno y disminución de la presión atmosférica. Además, el día se hace más corto, y nuestro humor empeora con ello, por lo que la salud pierde fuerza, especialmente la relacionada con el ámbito de las alergias.

 

Hay un conjunto de enfermedades que forman parte del ideario clásico de esa época y que reviven con la llegada del frío, de modo que el comienzo de esta estación llega acompañado de nuevos agentes ambientales que pueden perjudicar el estado de salud de determinadas personas, entre los que destacan los alérgicos.

Así las cosas, la Primavera no es la única estación del año que la sangre altera, ya que según la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica, los meses de otoño, «son una época de polinización de determinadas plantas, de mayor humedad lo que favorece la aparición de los hongos, y de una menor ventilación en las casas que da lugar a una mayor exposición a los ácaros». De esta manera, la vuelta al cole suele llegar acompañada de más visitas a urgencias.

Entre las afecciones que se suelen producir relacionadas con las alergias durante esta estación, destacan:

  • Dermatitis atópica

Se trata de la enfermedad inflamatoria crónica de la piel más frecuente durante la infancia, aunque también está presente en la adolescencia y adultos, que se caracteriza por piel seca y sensación de picor. Afecta a entre el 5 y el 20 % de la población general, y está entre las diez primeras causas de visita a la consulta de un dermatólogo.

Se trata de una afectación muy sensible a los cambios de temperatura, por lo que se agrava en épocas como el otoño o la primavera. Desde la Asociación Española de dermatología y Venereología explican que «la temperatura, la humedad y la radiación afectan a los síntomas. Las bajas temperaturas aumentan la irritabilidad de la piel».

Eso sí, el calor tampoco es beneficioso. Al provocar una mayor sudoración, produce cambios en el pH del sudor, aumenta la alcalinidad y con ello el crecimiento bacteriano, la irritación y el prurito. «Cuando hablamos de gente atópica nos referimos a las personas que tienen tendencia a sufrir alergias de todo tipo, ya sea dermatitis, asma, conjuntivitis o rinitis», explica el vocal de Agamfec.

Aunque la dermatitis no sea una alergia, auq ue tiene un origen multifactorial, sí puede coincidir en el mismo paciente con la rinitis o el asma; y los tres son procesos atópicos que se diferencian según el órgano diana: la piel, las vías respiratorias altas y las bajas. El control de la enfermedad, al menos, en primera instancia consiste en el cuidado de la piel. 

  • Asma

El vaivén del otoño, con cambios de temperatura y de humedad, conduce a un incremento de los casos de asma. De hecho, según la Sociedad Española de Inmunología Clínica y Alergia Pediátrica, es la peor época para las personas que la padecen. En este sentido, desde esta organización afirman que «en el otoño coinciden cambios climáticos, como la bajada de temperaturas y mayor humedad y número de lluvias, con la vuelta de los niños al colegio. En esas condiciones climáticas proliferan los ácaros y los hongos, y al estar en la aulas pueden verse más expuestos».

Además, al haber una mayor cantidad de alérgenos y de infecciones virales, los síntomas aumentan. «El asma se agrava con el frío porque hacen que las vías respiratorias se sequen y haya más posibilidad de inflamación, y en parte esta enfermedad es inflamatoria», explica el portavoz de la SEMG. De igual forma, puede cursar con determinados tipos de alérgenos: «La histamina, relacionada con los alérgenos, puede provocar el incremento de la crisis asmática», añade.

Así, serían dos mecanismos diferentes de empeoramiento; y en esta situación, el tratamiento dependerá del qué, del cómo y del porqué. Por ejemplo, si los síntomas aparecen de forma aguda, se usan medicamentos broncodilatadores. También puede tener un carácter preventivo, y que el profesional recurra a soluciones que busquen reducir la inflamación crónica de los bronquios y hacer que no sean tan reactivos.

Por último, si se pretende atacar el porqué, es necesario encontrar la causa del asma. Si es alergénica, el tratamiento tendrá como objetivo emplear medidas ambientales que eliminen el origen, como por ejemplo, los ácaros.

  • Astenia otoñal

Menos luz, menos planes y puede que más soledad. La astenia otoñal recoge un conjunto de síntomas cuyo origen podría estar en los cambios medioambientales y la alteración de los biorritmos así como del ciclo vigilia-sueño, lo que impacta de forma negativa en el estado de ánimo. Se trata de un estado anímico caracterizado por la falta de energía para ciertas actividades, que se relaciona con el volver a casa, con que los días sean más cortos y haga más frío.

La manifestación, tanto física como psicológica, de esta afectación da pistas sobre un cambios en el cuerpo y su adaptación a un nuevo contexto. Así, pueden aparecer signos como la alteración del sueño; cambios de apetito; sentimientos de tristeza, apatía, falta de interés por actividades que antes la persona disfrutaba o dificultad a la hora de concentrarse o tomar decisiones.

Marina Díaz, vocal de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud mental continúa ha afirmado en este sentido que «existe irritabilidad, alteraciones en la libido o dificultades para la conciliación del sueño. Es una sintomatología que no es grave, es transitoria, ya que el organismo se irá adaptando a los cambios de luz y de rutina»

Otro rasgo clásico que hace de nexo entre un trastorno y otro es una visión negativa del presente y del futuro, presente en la astenia y la depresión, de ahí que la duración e intensidad de la primera sea fundamental. Si la clinica es persistente y limita la funcionalidad del individuo, puede que estemos hablando de un trastorno afectivo estacional, algo que no se debe confundir.

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